La tarea del educador moderno no es podar las
selvas,
sino regar los desiertos.
Clive Staples
Lewis(1898-1963) Escritor británico.

 

¿De quién debería ser la responsabilidad de
la educación y formación de valores del individuo?

 

Entre los años de 1996 y 1997 tuve la necesidad de cumplir con un
trabajo de investigación para acreditar la asignatura correspondiente en la
Facultad. En ese entonces, como hasta hoy, se discutía sobre la existencia de
una crisis de valores en la sociedad. Por tal motivo, interesado en el tema,
decidí a explorar ese tema de manera sistemática y objetiva, lo que me llevó a
una revisión bibliográfica de mucho valor. En retrospectiva es en los resultados
que se configura mi preocupación por atender un área, que es vital para el
desarrollo de la sociedad, la formación de valores.

Recuerdo una pequeña entrevista con Edgar Masón*, escritor y
analista político y social de aquella época, conocido por sus comentarios en los
noticieros de TVAzteca y columnas periodísticas en medios de comunicación
impresos. Al preguntarle de manera directa quién consideraba que debería ser la
primera instancia formativa de valores, de manera inmediata afirmó: “el primer
responsable en la educación de los valores es la familia; sin embargo, como se
ha descuidado, la responsabilidad recae en la escuela”

A una década de esa afirmación, no podemos negar que las cosas si
han cambiado, pero de manera no positiva. La escuela no ha podido enraizar en la
formación del individuo valores morales, éticos o universales que dignifiquen su
existencia. Se preocupa más por la educación de individuos que sean capaces de
introducirse rápidamente a la vida productiva, por la mano de obra técnica que
prescinde de los valores y las actitudes en la integración de la persona.

La realidad educativa del país esta muy deteriorada. Existen
muchas carencias, inclusive en la transmisión de los conocimientos básicos que
un educando requiere para desenvolverse en la sociedad. Todo educador sabe, que
es necesario tener la base del conocimiento, para después, desarrollar las
habilidades y actitudes, éstas últimas manifestaciones concretas de los valores
que asume como propios un individuo. Por lo tanto, el problema de la formación
de valores cae en un abismo, del cual, pocos se comprometen a buscar
alternativas de solución.

Reitero la pregunta que hace una década me inquieto, ¿de quién debería ser la responsabilidad de la educación y
formación de valores del individuo?

Creo firmemente que esa tarea y
función le corresponde, sin ningún margen de duda, a la
familia, específicamente a los progenitores, a papá y a mamá
, ambos
comprometidos con la formación inicial de los hijos. No se necesita ser
pedagogos o especialistas de la educación, solo basta ser los primeros, que con
el ejemplo demuestren la existencia de los valores a los niños, que como
esponjas captan mucho más de lo que el ambiente conscientemente les enseña.

Esa es la premisa que debe sustentar la formación de valores. En
la vida cotidiana, con más ejemplo de vida que platicas sin sentido por carecer
de práctica, son las formas de llevar a la experimentación de los valores en el
niño. La formación de valores por diálogo sin la ejemplificación efectiva carece
de sentido y pocos resultados propicia.

Con todo esto no quiero exonerar la responsabilidad de la escuela,
del sistema formal de educación, en fomentar valores, pero su tarea se debería
limitar a reforzar lo que los niños han aprendido en casa.

* Lamentablemente este comentarista fue asesinado en su casa de
Cuernavaca el 29 de noviembre de 1996 al descubrir supuestamente un ladrón
dentro de su domicilio. Su crimen nunca ha sido aclarado.

 

Revista Ser familia. Año 1. No. 5. Agosto 2006

 


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