I. Si fuesen las elecciones el día de hoy el PRI quedaría en un tercer lugar, por debajo del PAN y de MORENA. Algo que no se puede ocultar por el hartazgo social y descredito de los políticos en la mentalidad del ciudadano. Si algo le ha fallado a la presidencia es capacidad de comunicación en el esquema de las tecnologías y redes sociales donde se presenta un debate encarnizado. No se pudo entender y canalizar la exigencia ciudadana para responder en correspondencia. El caso de la Casa Blanca junto con el manejo inadecuado de gobernadores acusados de corrupción como Felipe Duarte y el tema de la economía, la paridad del dólar y el alza de gasolinazo permean en el ánimo de los ciudadanos que no podemos entender la conducta y decisiones erráticas.

II. Es evidente el descontento entre algunos priistas. En las redes llama la atención como algunos defensores de antaño ahora adoptan posiciones críticas contra el PRI. Algunos están decepcionados por no ser escuchado ni atendidos por la actual estructura de gobierno. Como suele suceder cuando se llega al poder es la cerrazón del círculo en el beneficio de los allegados o algunos conocidos abandonando a otros de los beneficios.

III. Este escenario adverso hace frotarse las manos en los partidos de oposición ante la oportunidad de encabezar proyectos que triunfen en lo que se pierde y se hunde el PRI.

IV. Sin embargo, es necesario establecer que los tiempos de una campaña electoral no ha llegado. Aún se desconocen quienes son los que realmente quedarán en la recta final rumbo al 2018. Muchas cosas sin duda pueden cambiar. Estar en primer lugar en las preferencias no significa hoy tener asegurado el triunfo electoral. La percepción ciudadana es cambiante en función de lo que se tenga al frente. Estar hoy en la cúspide significa que no se puede llegar a más y lo que queda es mantenerse o ver un declive. Con la actual oferta política es difícil que un partido político termina ganando con más del 35 por ciento de votación.

V. El único que realmente está en campaña es Andrés Manuel López Obrador. Bajo este tenor es entendible que se posicione en primer lugar en las preferencias rumbo al 2018. No hay candidato aún el PRI. Cuando se defina no hay duda que se pondrá en marcha toda una estructura y el trabajo de campo, liderazgo popular y territorial. Con lo que no cuenta ningún otro partido político. Una maquinaria que no está acabada ni muerta. Sino todo lo contrario, lista para afrontar las acciones de campaña. Cuando López Obrador lanzó la campaña voto por voto fue muy consciente de los errores que se cometieron en el cómputo: Faltó el recurso humano que no pudo dar la adecuada cobertura a las casillas y de los que se presentaron cometieron errores en el cómputo y llenado de actas. Si realmente AMLO le ganó a FECAL la derrota tiene sabor de incapacidad, falta de organización y capacitación electoral en el ejército que debe asegurar a un candidato el triunfo durante la jornada electoral.

VI ¿Podrá el PRI retener la presidencial para el 2018? Es claro que dependerá de los resultados electorales de este 2018, como también de la reestructuración en el diálogo entre la presidencia y la ciudadanía. Hoy Enrique Peña no es un activo para el PRI. El descrédito, merecido o no, que se palpa en las redes sociales devasta y siembra el desánimo en algunos priistas. Hace días se hacía un escándalo, entendible y justificable, con el alza de las gasolinas. Sin embargo, hoy nadie sale a decir que desde la liberación diaria del precio se ha dado, aun y a pesar de las fluctuaciones, un descenso de entre 8 y 10 centavos. Si algo queríamos ver los mexicanos son los resultados de las reformas estructurales. Se necesita detener, juzgar y sentenciar a Javier Duarte. Esperamos que por lo menos los costos de los productos de la canasta básica se mantengan equilibrados para no deteriorar la economía familiar. Ahora que se ha liberado el salario como medida de pago en la administración pública para trámites y multas esperamos que exista un incremento en las remuneraciones económicas de los trabajadores.

VII Descartar en su totalidad al PRI es vivir una falacia. Es cierto que está debilitado. Pero no olvidemos que se necesita de solo una piedra bien puesta para derrotar a Goliat, al que hoy está arriba. Por más que hoy se alcen las manos y se aplaude la posible victoria de Andrés Manuel López Obrador aún falta mucho, pero mucho, para que esa sea una realidad concreta.

“El que por mucho tiempo está arriba… tiene más que perder”


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