Nos encontramos ante un fenómeno que no es nuevo para México, pero si con una nueva connotación. Desde hace muchos años nuestro país es el corredor de paso de los centroamericanos rumbo a los Estados Unidos para vivir el llamado “sueño americano”.

Si nos vamos a la historia de la evolución de las naciones, vamos a descubrir que las fronteras se fueron constituyendo y consolidando desde la época moderna con la surgimiento de los Estados Nacionales en la necesidad de definir un ámbito de uniformización jurídica y religiosa dentro de la esfera del absolutismo real y la fuerza legal uniformizadora de sus leyes o decretos. Una concepción que evoluciona en la época subsiguiente, la contemporánea (siglo XVIII) cuando se convierten las divisiones entre las naciones o pueblo una línea de defensa y legitimidad territorial.

Las dos guerras mundiales del siglo XX consecuentes de las ansias de poder territorial reconfiguraron la teoría fronteriza, que condujeron a procesos de convencionalidad internacional por los cuales se crearon instrumentos legales para definir fronteras y la jurisdicción territorial nacional.

Pero no lo que es una realidad aún y a pesar de los gobiernos en el establecimiento de la frontera que delimita la influencia de su poder, es que la migración o movilidad de los habitantes siempre ha estado presente y es parte del dinamismo poblacional. Recordemos, por ejemplo, como el conflicto español del siglo XX provocó la salida de muchos españoles que fueron bien recibidos en México. Hombres y mujeres que enriquecieron la vida cultural, política y social. La madre del ex presidente Vicente Fox era de origen español así como muchos intelectuales y hasta el que escribe estas líneas tiene una ascendencia ibérica en su sangre. Si nos analizamos la realidad social local, en Yucatán se experimentó en los años de1910’s una inmigración de coreanos que constituyeron una fuerza laboral en las haciendas importantes para la siembra del henequén.

Además, no podemos negar que dentro de un propio territorio nacional hay migración interna cuando los pobladores ante la necesidad de buscar mejores oportunidades de trabajo o de salirse de un territorio por otras cuestiones como puede ser la inseguridad, optan por “moverse” hacia otros puntos. Esto crea procesos de evolución social dinámicos que afectan a las sociedades, enriquecen a la cultura y fortalecen las economías tanto de la comunidad originaria del migrante como donde finalmente se asienta.

Pero la situación ahora cambia con el mundo global. Europa, siendo el ejemplo más avanzado de integración económica, política y social, ha suprimido limites territoriales con la integración de la Unión Europea. Aunque hay fuerzas internas que se resisten por la persistir de los conceptos nacionalistas, pero el esfuerzo de la globalidad ha empujado a los gobiernos a abrir las fronteras y dejar de ser los obstáculos naturales o artificiales que define un territorio nacional al cual se le tiene que pedir permiso para entrar o salir de éste.

¿Qué motiva a una persona a migrar?

No hay duda que la motivación natural sería la necesidad de contar con mejores oportunidades que no alcanza a encontrar en sus lugares de origen. Inclusive puede darse por razones políticas ya sea por persecución ideológica o de una dictadura. Hay un sentido tanto de huida de una situación real por problemas ya sea de índole económico, político, social o inclusive religioso.

¿Debemos satanizar a los migrantes que llegan a nuestro territorio?

No es necesario hacer una connotación internacional, es decir, enfatizar los peligros de la inmigración de otras naciones. ¿Acaso no consideramos los yucatecos que las recientes invasiones de mexicanos de otras entidades federativas son los causantes de muchos problemas sociales como la inseguridad creciente en nuestro estado?

Un reclamo que siempre ha estado y continuará presente y en el futuro en el efecto de la migración para quienes la padecen y sufren en los territorios donde se asientan los inmigrantes.

Pero eso no la detiene. Porque la migración ya sea por huida o por movilidad está presente y es parte de la realidad social de los grupos poblaciones y más ante los contextos y coyuntura social, política y económica que mantienen aún persistentes desigualdades económicas profundas entre naciones.

Es cierto que molesta en los mexicanos ver a tantos migrantes centroamericanos cruzar nuestro país y recibir atenciones que no son repartidas de manera igual a los mexicanos. Inclusive se habla de un éxodo de otras nacionales que ven ahora abierto un pasador migratorio hacia los Estados Unidos. Igualmente causa frustración que el gobierno mexicano ofrezca trabajo y programas sociales a los centroamericanos y no se enfoque a canalizar esos recursos a favor de los mexicanos que igualmente sufren por la extrema pobreza.

Esas percepciones y demandas siempre van a estar presentes así como el derecho de la migración por la dinámica de movilidad.

Por lo que nos debe llevar a replantear la necesidad de contar con planes de desarrollo económico y social ya no solo nacionales sino regionales para dar oportunidades que arraiguen a la población a sus lugares de origen y no opten por salir de éste. Porque el mundo global no está conduciendo a la supresión de la fronteras nacionales cerradas.


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