CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Como una sombra, la niñera seguía al pequeño por la fiesta en el jardín mientras él trazaba círculos en su monopatín de plástico, subía al barco pirata o hacía una pausa ocasional para tomar un poco de agua bajo el intenso sol. Nunca lo perdió de vista.

Era un día especial para Teo _su tercer cumpleaños_ en una escena típica de fin de semana en las zonas adineradas de México. Viviana López, de 38 años, vive con Teo y su familia de cuatro integrantes en Ciudad de México, tomándose un fin de semana libre cada 15 días. Y mientras ella le limpia la nariz a Teo, su hijo de 8 años es atendido por los padres de Viviana en un pueblo ubicado a dos horas y media de la capital.

López tiene grandes planes: quiere su propia casa, y ahorra lo que puede con la esperanza de abrir algún día su propio salón de belleza. También quiere darle una vida mejor a su hijo José Carlos: “Eso lo hago por él, por mi pequeñito”, dijo López durante un breve descanso en el que Teo estaba bajo el cuidado de una de sus abuelas.

Nueve de cada 10 trabajadores domésticos en México son mujeres, y desde hace tiempo enfrentan largas horas de trabajo y bajos salarios. Conocidas coloquialmente como “muchachas”, muchas vuelven a su casa por las noches, aunque muchas más viven en casa de sus patrones. Por lo general tienen cuatro días libres al mes.

Para algunas, el día comienza preparando el desayuno de las familias para las que trabajan, vistiendo a los niños para ir a la escuela y después lavando los trastes. El trabajo, que continúa incluso al caer la noche, implica estar disponible para cuidar a los niños ya avanzada la noche y durante las reuniones familiares. En su descanso se retiran a pequeñas alcobas generalmente ubicadas en patios, azoteas, cuartos de lavado o detrás de la cocina.

La sociedad mexicana está reflexionando ahora sobre el papel que desempeñan las trabajadoras domésticas en México y sus condiciones laborales. Hay una gran disponibilidad de ellas en un país donde la mitad de sus 125 millones de habitantes vive en condiciones de pobreza, por lo que es común que las familias de clase media y alta tengan a por lo menos una empleada de tiempo completo o medio tiempo.


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