México, 28 Dic (Notimex).- Interesada en investigar las causas que dificultan el aprendizaje, la académica de la Universidad Veracruzana (UV), Dora Elizabeth Granados Ramos, afirmó que una detección oportuna de factores de riesgo a temprana edad permite atender y evitar daños en ese proceso.

La profesora del Laboratorio de Psicobiología de la Facultad de Psicología de la institución universitaria, explicó que generalmente este tipo de señales que afectan los procesos de aprendizaje, sensoriales y motrices se identifican en etapas preescolares y escolares, cuando lo idóneo es en los primeros días de vida.

A través de su proyecto científico “Nidos”, la especialista y sus colaboradores se basan en el factor de riesgo perinatal, que comprende entre los 28 días antes de nacer y 28 días posteriores a ello.

“Ese lapso es crítico porque es aquí donde pueden detornarse factores que  afectan la función del sistema nervioso, llevarnos a tener un daño, y desarrollar una secuela; después se traducen en escolares que no hablan bien, no escriben, no tienen motricidad adecuada, son hiperactivos o autistas”, explicó Granados Ramos.

Destacó que la evaluación de la interacción madre-hijo o la del cuidador-bebé resulta de trascendencia, pues les ha permitido identificar cómo se comunican con el recién nacido, de qué manera se establecen límites e interactúan en una terapia de juego o en el proceso de alimentación.

Después de ésta, realizan una evaluación de desarrollo para identificar si el niño tiene las conductas esperadas para la edad, tanto en el área motriz como cognoscitiva.

Los científicos también documentan si hubo algún factor de riesgo perinatal, prenatal o cualquier evento que pueda asociarse a que el menor de edad tenga algún problema. Asimismo, realizan un electroencefalograma, lo que les permite hacer el análisis neurofisiológico y conductual.

Enfatizó que la ventaja de detectar en etapa temprana esos factores es que puede establecerse una intervención, y esos niños tendrían la posibilidad de que, en una etapa preescolar o escolar, no tengan dificultades de tipo sensorial o motor, como sí las tienen aquellos niños a quienes no se les detectó a tiempo. De esta manera, agregó, tenemos una acción preventiva.

En su opinión, la dificultad en una etapa tan temprana del ser humano es que la madre o el cuidador principal no se sensibilizan ni creen que una intervención temprana repercuta para su desarrollo posterior.

Por ello, la investigadora universitaria enfatizó que “hay que sensibilizar a la población y explicar por qué es importante que en esa edad se hagan estos estudios e insistir que al identificarlos se tiene menos probabilidad de presentar problemas de lenguaje, escritura o aprendizaje.

La científica también señaló que en México las personas no acostumbran realizarse evaluaciones neuropsicológicas ni neurofisiológicas que permitan saber si el funcionamiento del cerebro es adecuado o no, el órgano más importante por ser el que regula todas las funciones del cuerpo.

“Vamos únicamente cuando nos falla algo, ese carácter preventivo que existe en los países de primer mundo no se tiene en nuestro país; por eso es una labor constante la que tenemos que hacer”, comentó a través de un comunicado de la UV.

Granados Ramos precisó que entre los trastornos que más han identificado al realizar las evaluaciones neuropsicológicas y neurofisiológicas, está el autismo y el trastorno específico del lenguaje. “A etapas más tempranas, tenemos más posibilidades de corregir una dificultad”, insistió.

 


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