En literatura, escribir un libro puede llevar a cualquier parte. Los personajes y la misma historia pueden derivar en cualquier lugar, menos donde planeaba el autor. A veces recibe sorpresas, encuentra elementos que no había pensado que estarían, características que estaban escondidas hasta que lo vuelve a leer o incluso los lectores se lo comentan.
Es verdad que está integrada de ideas, líneas firmes sobre las que se quiere transitar, pero en algunos momentos la escritura lleva a rincones que estaban escondidos, en las sombras para los autores.

Un caso así le sucedió a Rodrigo Morlesin y su libro infantil “Elvis nunca se equivoca”, que ha sido todo un éxito y acaba de aparecer una segunda edición, además que ha sido traducido al turco y en unas semanas saldrá la versión en chino.

Para el autor, quien no se describe como escritor, sino como una persona normal, con un trabajo y un salario fijo y periódico, ha sido sorprendente lo que le ha sucedido con este su primer libro publicado, la recepción que ha tenido, pero también la retroalimentación que ha tenido con los lectores, que le comparten anécdotas personales, así como le dicen cosas que descubren y él no había notado.

En charla con Litoral, Morlesin señala que la respuesta que descubrió para esa situación, en el mundo de la literatura para niñas y niños, es seguir escribiendo, dejar que la literatura fluya, tome su cauce y las escenas se sucedan. Un punto sustancial es contar las cosas sencillas, simples de la vida y que en ese mismo tono se plasmen.

Las cosas simples, de la vida diaria no nos las enseñan, se aprenden sin más, y entre ellas están el amor, el cariño, el respeto, el juego y la diversión, así como la superación de las pérdidas, la muerte de seres queridos, como ocurre en el libro, y que los niños son más capaces de aceptarla con naturalidad.

De esa manera sencilla construyó a los personajes, al cachorro “Elvis” y a su pequeña dueña, “Ana”, con sentimientos, carácter, momentos divertidos, enojos y penas, como le suceden a cualquiera, personas y mascotas.

Y la observación es fundamental, aclara al reiterar que no se siente escritor y no ha tomado talleres o clases para ello, que estudió diseño gráfico. Por ello, observó el comportamiento de los perros de la calle para encontrar cómo actúan e imprimirlo en su personaje.

La historia la tenía clara: la relación de un perro de la calle con una niña que no tiene carencias, ni materiales ni afectivas, y así se la explicó al reconocido autor y diseñador de libros infantiles japonés, Satoshi Kitamura, para que él la hiciera, pero el ganador del Mother Goose Award le respondió que no, y que Morlesin o hiciera. En cambio, realizó las ilustraciones para el libro.

Estudió diseño gráfico y se ha dedicado sobre todo a la producción de libros infantiles, alguno de los cuales comenta y presenta en actividades organizadas. Incluso tiene un canal en las redes sociales para hablar del tema y el audio se reproduce en un programa de Radio BUAP, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

El diseño de la nueva edición de su libro la hizo él mismo, con detalles que la hacen más atractiva para los lectores, que pueden ser infantes, pero también adultos.

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