Por tradición, México ha sido una potencia editorial en América Latina al lado de Argentina, países a los que en los últimos tiempos se ha sumado Colombia. Incluso, ya desde la era colonial nuestro país, es decir lo que fue la Nueva España, fue instalada la primera imprenta del continente, en 1536, en un inmueble ubicado entre lo que hoy es la Catedral Metropolitana y Palacio Nacional, en la esquina de las calles Primo de Verdad y De la Moneda.

Esta tradición se ha mantenido y, de acuerdo con cifras de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem), durante 2017 las empresas del ramo vendieron casi 136 millones de ejemplares, facturando cerca de 10 mil 125 millones de pesos. Por su parte, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reportó que en 2018 de cada 100 personas adultas 45 declararon haber leído al menos un libro.

En este marco, existen rubros dentro de la industria editorial que todo indica que muestran una tendencia creciente, como lo son las publicaciones digitales, las ediciones para niños, en particular en dicha plataforma, así como en el rubro de contenidos, por supuesto en libros impresos y electrónicos, pero también en redes sociales, en blogs o en artículos, un nicho al que no la industria editorial no ha apuntado mucho sus baterías.

Otra oportunidad pareciera presentarse en los millennials, sector de la población que está interesado en la lectura en diferentes plataformas, como redes sociales y digitales, con gustos que se enfocan a su salud, a los viajes y a saber de artes, de cultura, actividades que por sí mismas han impregnado dentro del mercado editorial tasas de crecimiento. Esta es la lectura que hace del segmento económico Christian Salas, director de la naciente editorial Tintalaire, que desde hace un año ha puesto sus ojos específicamente en el mundo digital, pero también en el impreso.

En charla con Litoral, anotó que la apuesta en el ramo por parte de las empresas existentes ha sido la colocación de libros en librerías y puntos de venta sin cuidar la calidad tanto de los textos como de las ediciones, ni darles una buena promoción, aspectos que en su caso busca revertir.

Lo que se debe impulsar, considera, es por los textos nuevos pero de calidad y realizar ediciones también de calidad, por lo que el proyecto naciente, que ya tiene su primera publicación en versión digital e impresa, es El francotirador de Palacio Nacional, de Ignacio Gómez Palacio, quien en 1997 ganó el Premio Internacional de Novela Mario Vargas Llosa por su obra La arregladera y el panadero sabedor.

Señala que sus publicaciones se podrán adquirir vía su página de internet, incluido los impresos, pues existen todavía personas que mantienen el gusto por el aroma a libro nuevo, a la hoja recién abierta y a la tinta. Por ahora, el mercado nacional se divide en 80 por ciento de materiales impresos y el resto de digitales, pero en el futuro esta relación evolucionará.

Cuentan con la tecnología para descargar los libros electrónicos en diversas plataformas y equipos, y que un aspecto al que han dado prioridad es la calidad en todo el proceso de publicación de un libro, desde la aceptación de un título hasta su colocación en un punto de venta, pasando por el diseño, edición y promoción del autor y del producto, a través de un equipo creativo en cada uno de los pasos a seguir, refiere al adelantar por último que un siguiente paso será incursionar en el mercado infantil, con libros digitales dirigidos a la interacción con ellos por parte de los futuros lectores.


Espero que esta publicación sea de tu interés. Me gustaría seguir en contacto contigo. Por lo cual te dejo mis principales redes para dialogar y comentar los temas de interés para la sociedad y nosotros.