Mucho se dijo en tiempos pasados que Andrés Manuel López Obrador era un “peligro para México”. Fueron los tiempos de la campaña de Calderón y de la llamada “guerra sucia electoral”. Pero la realidad parece alcanzarnos de manera muy vertiginosa.
Es cierto que había un gran hartazgo en el sistema político de la alternancia democrática entre el PRI y PAN. Las acusaciones de la rampante corrupción resonaban en la conciencia y entendimiento del mexicano. Andrés Manuel López Obrador logró moderar, en campaña, su radicalismo y proponerse como la opción real para encabezar lo que el mismo llamó “la cuarta transformación” de México.
El resultado electoral lo conocemos. Después de tres intentos, el tercero fue de la vencida y hoy el régimen de López Obrador que empezó por el impulso electoral con una máxima aprobación ciudadana, hoy en los hechos se desconfigura y desvaloriza el significado esencial de la cuarta transformación.
En primera instancia es preocupante el nivel de “encabronamiento” que demuestra para atender a ciudadanos que acudieron a hablar con el presidente en San Luis Potosí. Aunque no sea el responsable del problema, no puede negar que él es el presidente de México, la máxima autoridad del país y que tiene todos los recursos de fuerza política para enderezar los caminos de las autoridades en la nación. No vale tampoco la justificación que eran priistas, ya que el cargo de presidente es para todos los mexicanos, sin distinción de preferencia política.
Después, en mañanera se va contra la revista Proceso y manda un mensaje al periodismo nacional para asumir la postura de la transformación y evitar criticar aquélla. Parece que regresamos a los tiempos de control hegemónico y vertical de la autoridad presidencial sobre los medios de comunicación. “Estás conmigo o contra mí”- es la sentencia que se deriva del planteamiento presidencial.
El día de hoy nos hemos enterado de que Gonzalo Hernández Licona fue destituido del Consejo Técnico de CONEVAL que la semana pasada hizo una crítica contra la austeridad gubernamental promovida por la cuarta transformación.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social es una instancia gubernamental mexicana que debe contar con autonomía y capacidad técnica para generar información objetiva sobre la situación de la política social y la medición de la pobreza en México, que permita mejorar la toma de decisiones en la materia.
Para analizar y reflexionar esta nueva destitución en la instancia que debe ofrecer los “verdaderos datos” de la política social que se centra en el crecimiento y combate de la pobreza.
¿En dónde está quedando la capacidad de entender y razonar la crítica por parte de la presidencia de México?
¿Acaso la cuarta transformación está por encima de la libertad de manifestación de ideas por lo cual aplica la censura contra los que osan pensar de manera diferente?
AL CALCE. En la conferencia mañanera de hoy, un joven periodista le preguntó a López Obrador si México tenía la capacidad de llegar a los niveles de índices de desarrollo de un país de primer mundo. Como respuesta el presidente aseguró que sí se lograría. El mismo joven insistió en que cómo se lograría llegar a ese nivel si no hay crecimiento económico. El presidente insistió que ahora se está distribuyendo el ingreso y se sacará a mucha gente de la pobreza.
El Fondo Monetario Internacional anunció el día de hoy, por cierto, un nuevo ajuste al pronóstico del Producto Interno Bruto (PIB), es decir, del crecimiento económico del país, que pasa de un 1.6 por ciento baja a un 0.9 por ciento.
Pero el presidente tiene “otros datos”… y pobre de ti que lo contradigas porque no eres entonces un periodista de la transformación.


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