*El arte necesita de apoyo, sin él desaparecerá, expresó Arcelia de la Peña, directora ejecutiva del Ballet de la Ciudad de México*
Por Pilar Silva
México, 15 de febrero (Notimex).— La danza en México vive un momento delicado, porque es muy cara y no cuenta con apoyos suficientes, aseguró Arcelia de la Peña, directora ejecutiva del Ballet de la Ciudad de México, quien opinó que “en el ámbito privado, la danza clásica prácticamente no existe”.
      La contemporánea también es cara, pero se puede hacer con menos, no tienen el gasto de las zapatillas de punta, que son muy caras; además, se están perdiendo espacios que se habían ganado para la danza… La red de festivales, muy importante en todo el país, con presencia a nivel nacional e internacional, está desapareciendo, expuso.
      A su juicio, debemos entender que el arte necesita de apoyo; no es una actividad creada para generar recursos, sino que crea otras cosas; el arte no es un producto que se vende. “Si perdemos esa idea, el arte desaparecerá”.
      En este sentido, Isabel Ávalos, directora artística de la compañía capitalina, opinó que el arte no es un negocio, da otras cosas al ser humano y De la Peña agregó: lo que da “el arte no es algo que te llevas en una bolsa de papel, sino en tu ser, te lo llevas puesto y desde que existió en este mundo ha tenido mecenas, han sido reyes, gobiernos, empresas, pero el arte sin mecenazgo no existe”. Coincidieron en que una sociedad sin artistas no evolucionará.
      La también coreógrafa Ávalos agregó que “se llega a pensar que debe ser gratis y esta visión no considera al artista como un profesional; hay que empezar a educar a la gente y hacerle ver que si pagan los altos costos de un espectáculo de industria, también pueden pagar por ver danza clásica o una ópera… Les cuesta trabajo todavía y ese es uno de los objetivos del Ballet de la Ciudad de México, acercar a los niños a que valoren, entiendan, quieran y aprecien lo que es la danza”.
      Al presentar la temporada de La niña malcriada —con 23 bailarines en escena— en el Centro Nacional de las Artes (Cenart), ambas directoras hablaron de lo que han sido casi 30 años al frente del Ballet de la Ciudad de México y el desafío que representa montar una obra como ésta, proceso que empieza en papel y lápiz e involucra no sólo audiciones y ensayos, sino conseguir recursos para salir adelante y apoyar a las nuevas generaciones de bailarines, quienes cuentan con muy pocas oportunidades por la falta de proyectos privados.

Ballet de la Ciudad de México, un garbanzo de a libra
Sofía Alcázar —joven bailarina que da vida a Lizet, la niña malcriada— confió que tras hacer una audición y quedarse dentro del elenco, se dieron varios movimientos que la llevaron a representar el papel de Lizet. Y explicó: “como hay poco trabajo para bailarines, se fueron algunos, hubo ajustes y salí afortunada”.
      Al respecto, De la Peña precisó que hay muy pocos proyectos privados, la Compañía Nacional de Danza tiene 70 elementos y no tiene un movimiento constante, como en otras partes del mundo. En Rusia, por ejemplo: “a los 35 años se van a jubilación, ya acabaron de bailar, su carrera es muy corta; pero entra toda la generación que se graduó ese año, entonces salen 18 y entran 18… así es cada año, lo que hace un ciclo en la danza de mucha acción, mucha actividad”.
      Reconoció que se han abierto compañías en Toluca, Guadalajara y Monterrey, estas dos últimas con varios años, pero la generalidad es que abren y cierran según el gobierno en turno. “Son programas que no terminan de tener solidez”. Sobre el Ballet de la Ciudad de México, consideró que se trata de un fenómeno, “un garbanzo de a libra”, pues el próximo año celebrará su 30 aniversario. Relató que la idea era tener una compañía estable, pero tuvieron que aceptar que era muy difícil, por lo cual empezaron a trabajar como una compañía de temporada.
      La directora destacó que el apoyo de Efiarte ha sido muy importante en estos años; surgió uno que otro proyecto de ballet a nivel privado y “nosotros hemos sido muy afortunados”; La niña malcriada se logró gracias a este programa que, para ella: “es un plan fantástico, en el que gobierno, iniciativa privada y artista hacen el triángulo perfecto; nosotros ponemos el proyecto, el contribuyente, sus impuestos y el gobierno nos los cede; todo funciona muy bien”.
      Se mostró optimista del futuro del Ballet de la Ciudad de México. Tras concluir la primera temporada de La niña malcriada, planean “moverla a otros teatros y al interior de la República para el segundo semestre de 2020, una gira con Pedro y el Lobo, reponer algunos ballets guardados y, posteriormente, empezar con las nuevas propuestas”.
      Y empezar, otra vez, desde el papel y el lápiz, buscar contribuyentes a través de Efiarte, porque “proyectos tenemos muchos, lo que necesitamos son contribuyentes”.


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