Lopez Obrador nos ha engañado a todos los mexicanos, sea quienes estaban con él o en contra del hoy mandatario federal.
En campaña hablo siempre de la corrupción de los ex mandatarios como una bandera de campaña y en la conciencia del colectivo nacional persistía la idea de eventuales juicios en contra de los ex presidentes.
Una vez que asumió la presidencia, López Obrador ha insistido muchas veces que sometería a consulta popular y que el pueblo decida si desea o no un enjuiciamiento de los ex presidentes.
Ahora que el tema vuelve a ponerse en la meta de la discusión por la detención de Emilio Lozoya, es director de Pemex, acusado por uso de desvío de recursos por el caso de Obredecht para la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto y es nota internacional una supuesta investigación contra el expresidente príista, en la conferencia mañanera, nos proporciona “otros datos” y nos viene a decir que no se puede juzgar un presidente por casos de corrupción.
Es decir, que lo prometido de llevar al banquillo de los acusados a los expresidentes, sobre todo a Enrique Peña Nieto, el presidente no ejercerá acción en su contra, ni lo llevará a la justicia. Para esto si se apoya del texto constitucional y del valor de las instituciones. ¿Qué pensarán ahora sus miles de seguidores?
¿No se sienten defraudados y engañados de que una de las aspiraciones por las cuales hicieron que llegará al poder la Cuarta Transformación no se cumpla?
Hoy López Obrador da soberana cachetada a una aspiración ciudadana: dejar en libertad a quienes nos han saqueado al país.


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