Los demonios parecen desatados.

La situación ya empieza a ser dramática.

En las últimas fechas el incremento de casos de contagio y muertes han ido en aumento con la tendencia de no disminuir, ni tampoco que se pueda afirmar que la curva de la epidemia se haya aplanado, ni que la situación “está domada”.

En el saber popular se insiste en la saturación de los hospitales y el colapso de los sistemas de salud tanto federales como estatales.

En el entendimiento lógico resulta inexplicable que nos fuéramos a una jornada de sana distancia en tiempos de menores contagios y muertes, y ahora, que la situación es mucho peor se empiece a abrir la economía y con ello el contacto humano y el esperado rebote producto de esa situación.

Desde los diferentes ámbitos de la sociedad pública y privada se insiste en que tomemos con seriedad las medidas de prevención para esta etapa del proceso epidemiológico que no significa que la enfermedad ha desaparecido, sino que es necesario ser mucho más precavidos para una mejor mitigación de un virus que ya está arraigado en nuestras ciudades.

A todo esto, en este fin de semana, ha arreciado las diferencias entre los gobiernos federal con las entidades federativas. Ahora resulta que los datos, que diario a diario se dan a conocer NO ESTÁN ACTUALIZADOS, que hay desfases e impresiones, que por lo cual, NO SABEMOS LA VERDADERA MAGNITUD DE COVID-19.

No obstante, de todo ese panorama, la gente ha tenido que salir a buscar la manera de sobrevivir, porque del gobierno no se ha tenido mucho apoyo en temas que podrían ser un gran paliativo para mitigar el deterioro económico. Ejemplo el costo de la luz y la terquedad de la empresa de “clase mundial” de ir cortando ésta por morosidad sin considerar que el llamado al confinamiento voluntario ha obligado a un mayor consumo eléctrico y familias que ya no tienen trabajo.

La iniciativa privada, que genera empleos y otorga servicios algunos esenciales, como la telecomunicación o los servicios bancarios, no ofrecen ningún apoyo ni ayuda. ¿Cómo podrían hacerlo si desde el seno de la Cuarta Transformación se insiste en que no habrá rescates de ningún tipo y que cada quién se rasgue cómo puede? No dejan margen de maniobra.

La pandemia está sacando lo peor de los mexicanos. Desde los ciudadanos que evidencian la ignorancia y el analfabetismo funcional que les impide seguir las medidas por no creer en la existencia de la enfermedad, como también, de los irresponsables que les vale un comino no solo cuidarse a sí mismos y a sus seres queridos.

Como también de autoridades que han estado jugando de manera irresponsable con la información de la pandemia, usando con fines de grilla política por encima de un interés genuino de atender las necesidades de los ciudadanos y comprometidos con el servicio de calidad en la atención médica y resolución de los problemas económicos que mueven el sistema de vida del país.

No vamos bien… y nos están llevando a la fregada.

 

 

 

 

 

 

 


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