Hugo López-Gatell, sin ninguna duda, fue en los momentos iniciales de la contingencia sanitaria el funcionario más famoso del gabinete presidencial. Inclusive más que el propio secretario de salud, el que supuestamente tiene la responsabilidad de conducir los esfuerzos de la política de salud. En ese momento hasta se le llegó a considerar, por los seguidores de la #4T, como una opción presidenciable. Todo un rockstar.

Sin embargo, las cosas fueron cambiando en la medida que el tiempo fue demostrando graves problemas y deficiencias en la estrategia de prevención y control de la pandemia. De las estimaciones iniciales en mayo de 2020 de que se llegaría una cantidad de alrededor de 6 mil muertes y que sobrepasar las 60 mil sería la catástrofe, hasta el día de ayer en la última conferencia de prensa informativa del gobierno federal, la cifra ya llegó a 223 mil con 823 muertes, más del 300 por ciento de la cifra fatal catastrófica.

Inicialmente con el monitoreo centinela y después con las ambigüedades de si era o no importante el cubrebocas, la negativa de tomar decisiones con respecto a restricciones y confinamiento que han sido efectivas en otros países la estrategia ha sido muy cuestionada por expertos y otras entidades, tanto públicas como extranjeras. Hasta la ONU, en un informe de hace algunos meses, reconoce que nuestro país ha experimentado un exceso de mortalidad y las cifras no pueden mentir porque son frías y expresan que nuestro país se dieron más muertes en el personal médico que atiende en primera línea al combate del Covid-19. En el análisis de los historiales médicos de quienes fallecieron por “neumonía atípica” hay bases para reconsiderar muchas de esas muertes como Covid-19, por lo cual la cifra real y sin la manipulación de los datos la realidad puede ser mucho más grave, alrededor o más de 600 mil muertes.

El cenit de su popularidad fue cayendo cuando se le vio en una playa pública sin seguir con las medidas sanitarias que él posteriormente empezó a impulsar cuando México ya estaba en la catástrofe. Inclusive cuando se reportó que estaba enfermó de Covid-19 se le fotografió paseando con su novia sin usar cubrebocas por las calles de la Ciudad de México. A partir de ese evento y muy posiblemente ante una jornada electoral donde dejó de ser una activo para la #4T, poco a poco fue desapareciendo en la información y debate público de la estrategia fallida. Fue más notorio, Marcelo Ebrard con el tema de las vacunas que López-Gatell que parece que lo mandaron al banquillo del silencio político.

El día de ayer, en la última sesión informativa sobre el tema Covid-19, algunas personas le fueron hacer una fiesta de despedida que, al parecer por los testimonios fotográficos, se vio a un Hugo López-Gatell disfrutarlo mucho.

¿Es honorable esa celebración cuando hay miles de familias que han sufrido el fallecimiento de un familiar o de un conocido o amigo?

Pero como dijo Gatell, los “muertos, muertos están”, ¿qué importa el dolor que México sufre por las pérdidas humanas?

La celebración es la muestra de la gran insensibilidad de la #4T a las víctimas en las cuales se incluyen a la familia Barón, las mujeres a las cuales se les ha cometido feminicidio y ahora, con pastel y muchos abrazos, celebrando sin importar el dolor de los muertos por Covid-19 y se atreva a difundirlo como una nota.

Y conste, que desde un principio la #4 se definió a sí mismo como humanista, pero vaya humanidad. ¿No les parece?

 

 

 

 


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