La tradición constitucionalista de México se remonta desde los tiempos de la lucha de independencia. Precisamente la discusión sobre la aplicación o no de la Constitución de Cadiz, la primera en los territorios de España, fue un factor para la concreción de la independencia de la Nueva España que después se convirtió en lo que hoy es México.

Fue Morelos y los constituyentes de Apatzingán quienes nos dieron la primera constitución reconocida en México. Aunque no logró ser vigente por las razones obvias de la guerra, sirvió de precedente para los primeros trabajos constituyentes que dieron el primer marco jurídico vigente en 1824 y se creará el Estado mexicano con el nombre de Estados Unidos Mexicanos.

A partir de entonces se reconocen diversos ordenamientos como las Reformas Eclesiásticas de Valentín Gómez Farías (1833), la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1836, las Bases Orgánicas de la República Mexicana de 1843, la Constitución Política de 1857, para concluir el proceso del Congreso Constituyente de 1917 que consolida un marco jurídico actual y vigente.

Nuestra Constitución que hoy celebra 100 años de vida, fue firmada el 31 de enero de 1917, pero siendo jurada días después el 5 de febrero en sesión solemne en el Teatro de la República en la ciudad de Querétaro a las 14:05, según se desprende en la crónica histórica y actas de la actividad legislativa. Entró en vigor el día 1 de mayo de ese mismo año.

Se considera que la Constitución es un texto vivo y en constante evolución. Esto para responder a los tiempos sociales del momento. Es por ello que lo que hoy conocemos resulta muy diferente del texto original. Si consideramos los periodos presidenciales entonces el actual de Enrique Peña Nieto se ha realizado más reformas constituciones. De acuerdo a la información de la Cámara de Diputados, en este sexenio se ha modificado 146 artículos constitucionales. Le sigue en segundo lugar Felipe Calderón con 110 y Ernesto Zedillo con 77.

Una constitución, desde una perspectiva de teoría política y de derecho, es el documento que establece la relación entre los ciudadanos y las facultades de gobierno. Se determinan los derechos sustanciales de los individuos, así como también, de la estructura orgánica del poder del Estado.

Es sobre este punto lo que debemos reflexionar en este día ante los acontecimientos y situación del país.

¿Podemos confiar los mexicanos en los principios y normas establecidos en la Constitución?

Lamentablemente debemos reconocer que no es así.

No es una cuestión de norma, sino de actitud en la clase de gobierno como también en la apatía que conduce a la ignorancia en los ciudadanos en sus derechos y obligaciones.

La corrupción, entendiendo como una pérdida de valores, lancera la confianza y conduce al hartazgo que ya llega a la insatisfacción social.

¿De qué nos sirve hoy festejar el contenido valioso de un texto constitucional que decimos es de avanzada y vanguardia cuando parece que el sistema político y social es más costumbre su violación sistemática y consciente?

Más que gritar los vítores y ensalzar el texto constitucional debemos irnos hacia adentro de las conductas de todos quienes pertenecemos a este país para hacer valer el texto constitucional.

¡Eso sería un gran motivo de celebración!


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