Una sociedad no podría sobrevivir sin un conjunto de valores positivos, es decir, presentes y activos en la sociedad misma. Los valores, aquellas cosas, situaciones o conductas que el hombre aprecia por sí mismos, están presentes en nuestra sociedad. No podríamos seguir creciendo en los otros campos sociales sin ningún valor de por medio. Afirmar que la crisis de valores se debe entender como la ausencia de ellos, es caer en una falacia intelectual que no ayuda a la reflexión y acción por mejorar lo que se pueda hacer por el bien individual y social.
Pensemos en dos situaciones. Yo puedo estar de acuerdo con el valor del respeto a la vida desde la concepción, y por consecuencia impedir a toda costa el asesinato premeditado con alevosía y ventaja en el aborto. Por otro lado, valorar la dignidad humana y el derecho a una muerte feliz, y como resultado, ayudar a bien morir a las personas terminales.
En ambos casos tenemos presentes valores y sus líneas de acción como consecuencia de la expresión de los mismos valores. Posiblemente el lector podrá compartir uno y no estar de acuerdo con el otro, en dado caso, estar de acuerdo con ambos. Es decir, la experiencia de los valores es concreta para cada individuo, nace de su cultura, de su conocimiento, de las influencias del entorno y muchos otros factores que no dan espacio en pocas líneas. Pero si es cierto que todos tenemos valores y lo manifestamos en nuestro comportamiento.
¿En dónde queda la crisis de valores? ¿Verdaderamente existe?
Como afirme en líneas previas, entender la crisis de valores como la ausencia de los mismos no es el camino correcto para entender la dinámica social que nos afecta. Creo que la sociedad actual, ante el ejercicio de una libertad que trae como consecuencia la libertad misma, no tiene claro un sistema de valores que logre ayudar a edificar la dignidad de todos los miembros de nuestra sociedad, por lo tanto, ni se mantienen y se acepta cualquier valor sin reflexión.
Debemos partir de lo que hemos hecho, meditar sobre los valores positivos que por tradición histórica hemos tenido, incluidos aquellos nuevos que llegan por influencia externa, inevitable en un mundo tan comunicado. Con esos valores definidos, comparar, clasificar y tomar la decisión de apoyar el rescate e implementación de los valores que si nos hacen crecer como personas y como sociedad, que respeten la cultura e identidad propia de nosotros como grupo social.


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