En marzo 1908 el dictador Porfirio Díaz concedía una entrevista a un periodista norteamericano con apellido Creelman donde afirmaba que México se encontraba listo para elegir a un próximo presidente, que no sería él. Esto desató los aires competitivos y surgieron diferentes grupos o fuerzas políticas que se lanzaron a buscar llegar a la presidencia por la apertura electoral anunciada. El final lo conocemos. Díaz desconoció sus palabras, impidió la elección libre y como dictador que era continuo en el poder.

En la forma parece que la historia se vuelve a repetir.

Hace algunos días el líder de Morena Andrés Manuel López Obrador anunció que en caso de no ganar la presidencia en el 2018 anunciaría su retiro de la política.

Mientras tanto en la Ciudad de México se cocinaba el procedimiento para seleccionar al representante de Morena rumbo a la candidatura a jefe de gobierno. Con un PRD disminuido por Morena, este nuevo partido concebido y liderado por AMLO tiene probabilidades seguras de conseguir la victoria electoral.

Queda claro entonces que, ante el anuncio del retiro de López Obrador, quien gane la jefatura de la Ciudad de México se convertiría de facto en referente de liderazgo para los morenistas.

¿Estaría AMLO dispuesto a ceder el poder el partido a quien gane el proceso electoral del 2018 en La CDMX?

Al parecer a López Obrador si le importa el poder y no quiere perderlo bajo ninguna circunstancia. Es por ello el mal trato que se le hecho a Ricardo Monreal.

El político zacatecano ha sido un hombre congruente con su pensamiento de izquierda. De hecho, fue el primer gobernador de la izquierda que gobernó en los tiempos modernos una entidad federativa. Es reconocido por su capacidad y logística política Su participación fue destacada en la constitución de Morena.

Hoy Morena lo desconoce. Con una argucia metodológica y maniobra política lo deja fuera del proceso electoral 2018. Es claro que hay fuerzas internas que no pueden permitir que el señor avance y crezca. No hay duda de su potencial como operador político y autoridad para defender mediáticamente al propio AMLO.

Eso nada importa. Ricardo Monreal en los reflectores de la Ciudad de México le quitaría rápido la exposición de AMLO, que asumiendo que sea nuevamente derrotado tendría que cumplir su palabra del retiro.

Es por ello que la elección se encaminó a suavizar la llegada de Claudia Sheinbaum de la cual no se duda su capacidad intelectual y compromiso social, pero ante la trayectoria política de Ricardo Monreal queda muy cortita. Sin embargo, se le reconoce un apoyo incondicional de Claudia a la causa de López Obrador. Una posición servilista al servicio del político tabasqueño.

Es claro entonces que no va a existir un relevo en el liderazgo de Morena. Un partido que se circunscribe en torno del “mesianismo lopezobradorista” lo que cancela la posibilidad de una historia larga en la lucha y consolidación de la democracia en nuestro país.


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