En los tiempos de la competencia democrática aparecen muchos tipos de políticos en función de los intereses y estrategias de posicionamiento que emprenden. Hace unos días nuestro Director Editorial Alejandro López Munguía nos configuraba el perfil de los políticos faranduleros. Aquellos que están pendientes de la pose mediática, el figurar en los eventos como si fuesen actores principales en la alfombra roja.

Pero también hay otros tipos de políticos, como aquellos que utilizan las redes de comunicación ya sea para empoderar su imagen por medio de selfies temáticas, otros usando la modernidad de los Pokemon go, los concursos pro likes para regalar boletos en conciertos o eventos deportivos. Otros usan a las redes para “escuchar” a la ciudadanía en sus necesidades y donar percepciones económicas a causas sometidas al escrutinio de los ciberusuarios.

No falta inclusive políticos en la función pública que llenan en medios de comunicación de boletines si entregaron cuanta silla de ruedas, apoyos a consultas, viajes u otros apoyos de asistencia social realicen en favor de los ciudadanos. Sin que realmente se enfoquen en decir a los ciudadanos los beneficios o impacto de los actos de gobierno que realizan.

Hay quienes podrían afirmar que se ven activos, en comunicación con la ciudadanía, ofreciendo un bien o servicio. Sin embargo, hay que precisar que el funcionario público tiene una función pública, precisamente por ello la derivación de su nombre. Una actividad que tiene un fundamento legal en lo debe ser el objetivo del cargo sea elección o designación. Las redes sociales que han abierto la discusión sobre los actos públicos del gobierno no ven con buenos ojos este activismo político. No han faltado los memes o el duro cuestionamiento

La función pública que exige resultados concretos en relación con el cargo. Los legisladores deben destinar su trabajo en el análisis del conjunto de normas jurídicas, proponer mejoras, debatir en el espacio parlamentario para hacer valer las pretensiones de sus representados que son los ciudadanos. Por su parte, el Ejecutivo en sus tres niveles de gobierno – federal, estatal y municipal – deben encauzar sus esfuerzos en la conducción del gobierno, la ejecución de las leyes, la aplicación de programas sociales y de gobierno con sanas prácticas presupuestarias, beneficiando el interés público general en su ámbito de competencia. Por su parte, el judicial se enfoca en la resolución de los conflictos que surgen por la aplicación de la ley.

En ningún ordenamiento se faculta a la sobreexposición mediática en las redes sociales. Éstas deberían ser un instrumento de comunicación que nos permita a los ciudadanos conocer el trabajo de cada uno de los integrantes de la función pública. Del legislador queremos saber qué es lo que se está discutiendo de su correspondiente cámara legislativa, cuáles son sus posturas en los temas debatibles, cuáles son los argumentos que está presentando, qué iniciativa ha presentado.

De los integrantes del gabinete federal, gobiernos estatales y miembros de los cabildos municipales nos interesaría saber su programa de trabajo, cuáles son las acciones que están concretando para aliviar las necesidades y carencias sociales, cómo están evaluando su trabajo en un ejercicio de transparencia y rendición efectiva de cuentas con indicadores de desempeño claros y evidenciables.

De los poderes judiciales, sea federal o del fueron común, deberían ayudarnos a entender como los procesos de cambios legales que las reformas de justicia oral y alternativos nos benefician a los ciudadanos. Socializar la actuación de los judiciales sin detrimento de la discreción judicial es necesario para que no existan vacíos en la comprensión de las decisiones y su ajuste al marco jurídico aplicable.

Tal vez por la carencia de una comunicación efectiva sobre los actos de gobierno o de Estado, los ciudadanos estamos perdiendo la confianza en las instituciones, en el cuerpo jurídico y en la clase política. No es con farándula como se lograría el verdadero encauzamiento y posicionamiento para una posición electoral para el 2018. Una cosa es muy cierta, los ciudadanos en las redes sociales manifiestan un ánimo de denostación contra cualquier acto político o integrante de la clase política.

Una situación que no entiende algunos políticos actuales. Sabe escuchar a la ciudadanía requiere de entender, comprender y analizar lo que se pide. Lo que exigen los ciudadanos son resultados efectivos a favor del interés público y no de los grupos particulares o intereses privados que no abonan a la consolidación de la democracia. Menos farándula, menos sobrexposición insulsa y en ocasiones ridícula.

Son los resultados los que nos interesan.


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