Para el éxito en esta última etapa de un ciclo en la gestión
de gobierno es necesario contar con los elementos de planeación e instrumentos
administrativos que cumplan los estándares y normas establecidos por la ley. De
esta manera se garantiza que las decisiones y acciones se orienten dentro del
marco legal, acorde con la exigencia ciudadana de ser cada día más eficaces y
eficientes del dinero público que debe ser orientado a la satisfacción de las
necesidades y retos sociales que se demandan.

Hasta hace una década, los gobiernos no tenían muchas
acotaciones como ahora con la modernidad de la transparencia en las cuentas
públicas, además de contar la sociedad con más instrumentos de fiscalización y
uso de tecnologías que fomentan más libertad en la comunicación. La conciencia
ciudadana cada vez se hace más crítica, aunque no logra ser propositiva en
torno a lo que se debería hacer los gobiernos a favor de la sociedad. En
consecuencia se vuelve fácil criticar sin sentido y sin establecer en justa
dimensión las decisiones y el alcance social de las autoridades.

Durante los últimos seis años, los mexicanos quisimos
confiar en un gobierno que nos trajera grandes cambios para el beneficio de la
sociedad. Con la doctrina del bien común tergiversada por el clasicismo social
y económico privilegiado, el pobre continúo siendo pobre, o mejor dicho, mucho
más pobre de lo que era antes. Es cierto que se sistematizó el poder con
mejores tecnologías para la administración pública, pero no por ello se
implantó una cultura sensible a los grandes problemas sociales como son la
discriminación, la pobreza extrema, la falta de oportunidades de superación de
rezagos sociales, la violación sistemática de los derechos de los pueblos indígenas
y satisfacción de sus necesidades, las necesidades de las personas con
discapacidad, la falta de espacios de formación educativa, entre los más
principales. La política solo se tradujo en beneficios para la clase gobernante
y sus allegados e incondicionales.

Hoy se requiere de gobiernos mucho más orientados a no dar
la espalda a los ciudadanos. No solo escucharlos sino atender sus demandas, con
más sensibilidad política y ciudadana. Para ya dejarse de solo tomarse la foto
y ahora si actuar con decisión y coraje a favor de los más desprotegidos, de
los más urgidos de acciones concretas que lleven a darles condiciones de vida
más favorables. Si bien es cierto que es mucho más importante enseñarles a
pescar que darles el pescado… si no se los damos cuando aún no nos preocupamos
por enseñarles ¿qué van a comer, por mientras?

Me queda claro que en el Gobierno de Ivonne Ortega Pacheco
hay una intención por parte de ella de darle un sentido mucho más profundo en
la justicia social. Eso lo entendimos y le dimos la confianza para rescatarnos
de la clase elitista que gobernaba Yucatán. Lo malo, a aún año de gestión, que
la actuación de algunos funcionarios de la administración pública no se ajusta
a la visión y misión, principios y valores que la Titular del Ejecutivo
bosquejó en campaña y que en actos ha demostrado deberían ser la acción de
todos ellos.

Lo más reciente ha sido la falta de liquidez que algunos
proveedores del Gobierno del Estado han acusado del mismo. El cuestionamiento
es duro y no deja satisfechos a muchos yucatecos que podrían tener razones para
desconfiar de un gobierno que no sabe administrarse adecuadamente.

Los compromisos adquiridos por la Gobernadora para atender
las demandas sociales son muchos. Para el éxito de esta gestión se requiere, no
solo del trabajo político que algunos funcionarios son expertos para realizar,
sino también, de buenos administradores que desde la planeación puedan darle
cauce a los procesos de toma de decisión en la administración pública.

Un gobierno no lo hace una sola persona, mucho más en un
nivel que abarca la realidad y retos de todos los municipios y sus habitantes,
como es el caso de Yucatán. Para el desempeño óptimo que se le exige de la
profesionalización en las áreas directivas y administrativas que cuenten con
los conocimientos y experiencias para enfocar lo más científico posible la
actuación del gobierno, sin olvidar el cumplimiento de la ley y compromisos
adquiridos.

La actual administración pública tiene la oportunidad de
combinar los dos elementos que lo harían muy eficaz y eficiente: sensibilidad
política y administración pública sistemática.

De la primera tenemos muchos ejemplos de sobre de cómo
Ivonne Ortega Pacheco se ha sabido ganar la confianza ciudadana. Sobre la
segunda, hay que enmendar muchas cosas, para que pueda la gestión de Ivonne
Ortega ser el verdadero cambio que los ciudadanos estamos esperando de nuestras
autoridades.

 


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