El triunfo inesperado, contra todo pronóstico y predicción, de Donald Trump es al final una llamada al mundo entero y especialmente a la clase política. No hay ninguna duda que la democracia hoy parece funcionar ya que, aunque no era el resultado esperado, los sistemas electorales funcionan y dan un resultado.

Lo que paso en Estados Unidos no es ajeno a una realidad global que debe analizarse a profundidad. Recordemos que nadie aseguraba que Inglaterra se saliera de la Unión Europea, pero sometido a plebiscito, el temor de quienes tiene miedo de ser desplazados por inmigrantes de opciones de trabajo, terminaron dando un sí a la separación. En Colombia, después de décadas de sufrir los estragos de una guerra civil la sociedad terminó votando en contra de los acuerdos de paz que habían firmado el gobierno y las fuerzas de las Farcs. Se dijo en su momento que el voto en ese sentido estuvo alimentado por quienes se sintieron abandonados de un proceso que firmó una paz en blanco, sin ajuste de cuentas y procurando justicia para miles de familias que sufrieron los horrores del conflicto armado.

Ahora en Estados Unidos Donald Trump logró convencer y bajar la ventaja a la política veterana Hillary Clinton con propuestas para regresar los empleos que, por la globalidad económica, había salido del país para buscar mano de obra más barata en el extranjero. Fueron los trabajadores, los hombres del campo… los que han sufrido el expansionismo de inversores que por la optimización de las finanzas empresariales han castigo a sus propios compatriotas.

No es el voto de la razón, sino de la emoción. No se trató de elegir al menos malo. Es un voto populista que reacciona ante el sistema político establecido para decir un ¡Ya basta! al olvido.

Esto lo deben entender los políticos mexicanos. En nuestro país donde aún no terminamos de consolidar las instituciones electorales y democráticas y tenemos un sistema político hegemónico en la estructura partidista, el populismo expresado en el voto antisistema jugará un papel fundamental para el 2018 cuando tengamos nuevamente que ir a las urnas para elegir a nuestras autoridades federales, estatales y municipales.

Difícilmente un sistema político no generé a sus propios enojados, olvidados y jodidos. La decisión política siempre tiene sus riesgos. Esto lo vemos en todas las esferas de la política. No importa si sea en la sociedad o dentro de los partidos políticos. La incapacidad de éstos últimos en la resolución de los impulsos particulares de sus dirigentes o personalidades aspirantes a cargos públicos con la bandera de la organización política se tiene que confrontar ahora con el enojo de quienes están o se sienten desplazados. Lo mismo sucede en la sociedad con las autoridades pública y políticas.

En México es muy evidente que hay mucha molestia y encono contra los políticos y las instituciones de Estado. Esto constituye un gran peligro porque podría ser un factor decisivo para el 2018.

La expansión y democratización de las redes sociales es muy amplia y transforma el escenario de discusión y decisión política. No se trata tanto de qué se publica o en su caso de cuántos likes o me gusta tenga. El punto es entender el fondo y contexto de la expresión donde se vislumbra odio, encono, molestia.

La clase política está a tiempo de darse cuenta e intentar hacer las cosas diferentes. Pero difícil que logre. El endiosamiento y soberbia de funcionarios y políticos en todos los partidos políticos los hacen sentirse poderosos, por encima de la voluntad popular.

Habría que bajarle no dos sino muchas rayitas a esa soberbia. De nada servirá convocar a un simpatizante si antes del llamado se maltrató y denigró al ciudadano.

La política no es ya de alianzas simples y llanas sin ser claros con la utilidad beneficiosa para ambos interlocutores de un acuerdo político. La sociedad está cansada de un sistema y su clase política que evidentemente se hace “rica” a expensas de la pobreza social. La expresión e influencia de las minorías está cimbrando a los sistemas políticos.

De nada sirve contar con activos políticos para asegurar un triunfo. Barack Obama por más que salió en horas previas a pedir el voto para Hillary las cuentas no le salieron bien. El descontento fue mayúsculo y adverso a ese deseo presidencial.

Si la clase política mexicana no entiende estos procesos sociales estamos condenando al país al voto de los inconformes, de los desplazados, los enojados, los olvidados y rezagados. Hoy el político que entienda la importancia de la utilidad en su planteamiento ejercerá una mayor influencia y garantizará el triunfo de su propuesta.

 


Espero que esta publicación sea de tu interés. Me gustaría seguir en contacto contigo. Por lo cual te dejo mis principales redes para dialogar y comentar los temas de interés para la sociedad y nosotros.