Ya son dos casos de sobrada sobreexposición mediática. El primero fue el proceso penal contra Mario Bezares y otros supuestamente implicados en el asesinato de Paco Stanley. Ahora se trata de otro miembro de la farándula que es acusado de ser presunto responsable del homicidio de una escort argentina. Ambos casos fueron en la Ciudad de México. En los dos existieron fallos que condujeron a inocente sufrir las penurias de ser chivos expiatorios de procesos penales. Coincide que todos los involucrados pisaron la cárcel.

La gran diferencia es que el primero se procesó el asunto de acuerdo con las reglas del anterior sistema de justicia penal conocido técnicamente como inquisitorio; mientras que, el segundo bajo los principios del nuevo sistema de justicia penal denominado acusatorio-adversarial.

Supuestamente el nuevo proceso penal, que tiene como principio fundamental la presunción de inocencia debe mejorar la aplicación de justicia al privilegiar la investigación científica de los hechos considerados como delitos. Sin embargo, en los dos tiene como resulta un fallo en los procesos de investigación que condujeron a la no responsabilidad penal de los involucrados.

En el caso de Mario Bezares el gobierno capitalino quiso contrarrestar la presión mediática que significó la muerte de Paco Stanley. En esta ocasión, el fallecimiento de una mujer joven enmarcado en el contexto de los feminicidios y el señalamiento contra los gobiernos por carecer de medidas de protección a la violencia contra la mujer.

Como puede observarse, el impulso de remediar asuntos penales por presión social sigue siendo un factor de presión para las autoridades, que en lugar de actuar con la prudencia y contundencia en el afán de “apagar el fuego” no les importa transgredir los derechos de las personas.

Es muy claro que en el caso actual se cometió un error fundamental que es ubicar en el tiempo, modo y circunstancia al que creyeron era el presunto responsable. Si tan solo se hubiese seguido la investigación con afán de aclara los hechos se hubieran dado cuenta que su presunto responsable no se encontraba en México el día de los lamentables hechos. Al final, los agentes investigadores resultaron unos verdaderos idiotas al quedar expuesto la incompetencia en la integración de la carpeta de investigación.

Lo malo es que no “disculpe usted” no basta para remediar el asunto. Nos dijeron que para el nuevo sistema de justicia penal se garantizaría el respeto a los derechos humanos, que no se cometerían los errores del pasado y que la justicia sería más pronta y expedita. Todo queda como un gran engaño. Uno más que nos hace dudar de la efectividad del marco jurídico y de las instituciones de justicia que lo aplican.

Esto fortalece el hartazgo social y la desconfianza a las instituciones y las leyes que las rigen. Nos configuran un país donde las autoridades siguen actuando bajo consigna y no respetando los derechos humanos.

AL CALCE. ¿De qué depende el triunfo en un proceso de juicio oral? ¿Cuál sería un elemento fundamental? ¿La evidencia? ¿La capacidad, esfuerzo o retórica de los abogados intervinientes? Debemos ser más analíticos con respecto a las características y efectos de los procesos paneles y las audiencias orales.

 


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