El tema es sensible. No hay duda que el país se incendió con el tema del gasolinazo. En todo el territorio nacional, en los diversos sectores e inclusive entre los mismos príistas hay un sentimiento de frustración y encono ante esta nueva realidad económica. Una que hace cuatro años no vislumbramos.

Se nos hizo creer que con las reformas estructurales en materia fiscal y energética los costos de la electricidad, gas y gasolinas bajarían en beneficio de la economía familiar. En su momento fue un triunfo concelebrado por las diversas fuerzas políticas que conformaron el Pacto por México.

Hace un año decíamos que era el tiempo de los resultados. La inacción de México en los últimos 20 años que estancó posibilidades reales de crecimiento se sentía superada. La expectativa, más allá de las diferencias políticas que polarizan el ambiente social, marcaba una tendencia positiva. Ante la situación mundial se festejó el anuncio de la liberalización anticipada de las gasolinas, lo que habría el campo a una mayor competencia que se reflejará en los precios y en beneficios y calidad de servicio en las estaciones de gas.

Pero todo parece que se vino abajo. De manera que podemos configurar engañosa el aumento de la gasolina, junto con un programa de fechas con otros aumentos a venir, desmoronan la credibilidad en un gobierno que no logra cuajar los beneficios económicos en el bolsillo de los mexicanos.

Todo esto dentro de un escenario global complejo. La inestabilidad del medio oriente que ha provocado una estrategia maquiavélica en el control de precios del petróleo por intereses económicos y, por otro lado, el resultado electoral del supuesto principal socio comercial de México; nos ponen en una situación de gran desventaja que provoca una incertidumbre que afecta la marcha de la economía.

Lamentablemente, ningún gobierno mexicano ha podido encontrar la fórmula que relacione los indicadores de la macroeconomía a la realidad de la economía familiar y del ciudadano. La preocupación del gobierno federal para este 2017 se enfoca a consolidar esa macroeconomía, pero vulnerando la precaria situación de millones de mexicanos que día a día van perdiendo el poder adquisitivo.

Lo que no pudo imponerse como IVA en alimentos y medicinas, hoy la gasolina tiene un impuesto especial que endosa al final a lo más elemental la recaudación de impuestos. El principal insumo para el funcionamiento de la maquinaria, industria, logística y distribución. Esto pega no sólo a un sector económico alto, según insisten es la base para retirar un subsidio, sino que se traslada a toda la vida social y económica. El transporte público está subiendo en casi el 99 por ciento de las entidades y ciudades del país. Al final terminan los más “jodidos” resintiendo los efectos de una medida que dicen es no beneficiar a los más agraciados.

Todo esto se recoge en las redes sociales que han explotado en expresiones de encono y de gran malestar.

Lo malo es que no se ve claro que se analice la situación con responsabilidad y compromiso ciudadano.

Ya no es una cuestión de respeto a la legalidad, sino de sensibilidad política que permite entender a un pueblo que está en su máximo de tolerancia a punto de reventar.

Para el gobierno, aún y a pesar de comprender la molestia y enojo, la justificación es que de no tomarse esa acción y decisión las consecuencias serías más dolorosas y perjudiciales. Lo malo es que no hay ninguna aclaración de cuáles serías esas consecuencias más dolorosas y perjudiciales.

Gobernar, es claro que no es tarea sencilla. A veces se tienen que tomar decisiones difíciles. Pero no debe pasarse por alto buscar siempre el mayor beneficio en el interés público, aquel que beneficia a todos los ciudadanos más allá de cualquier diferencia política o ideológica, sector económico boyante o precario.

INE. Cuando se decía que la democracia es cara no nos imaginamos que tanto. Desde que el IFE se convirtió en INE ha caído la institución en un dispendio del recurso económico público. ¿Se acuerdan cuando se propuso la construcción de una nueva sede y se solicitó que tuviera piscina y gimnasio para el relax de los consejeros?

Después se dio a conocer las partidas millonarias para asesores de los consejeros. ¿De qué sirve entonces haber supuestamente elegido a los mejores profesionales, a los que tienen doctorados, una trayectoria destacada en materia electoral si al final necesitan que “alguien más” les aconsejen y asesoren? ¿Es necesario contar con consejeros para los consejeros?

Ahora, por nota del El Universal, nos esteramos de un bono navideño de casi medio millón de pesos para cada uno y que además solicitan la adquisición de IPhone 7. Ante la realidad económica de millones de mexicanos resulta insultante a la razón, como lo fue también el bono de legisladores, que se muevan esas cantidades para solo algunos agraciados.

Insisto… la democracia sí que resulta cara, pero al parecer, no se exenta de estar empapada de mucho excremento.


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