¿En dónde queda la voluntad del pueblo? Perecería que la elección a corto plazo resulta una falacia. Se gasta dinero de los impuestos para dar vida a los partidos políticos, que no son del todo independientes económicamente. Se invierte en mejorar los mecanismos de control político para garantizar la limpieza de los procesos electorales. En la noche del triunfo, los partidos celebran con mucho gozo y refrendan al compromiso de dar cumplimiento a las propuestas o plataformas que promovieron durante la campaña.
 Después, en el cabildeo político, donde pocas veces se cumplen el programa político que sostenía, ante las diferencias internas, se toman decisiones personales y se renuncia a las bancadas de sus partidos y se convierten en independientes. En México, no existen las candidaturas independientes. Es decir, para llegar al poder se requiere estar propuesto y ser candidato por un partido político. ¿No es una incongruencia que después se permita las renuncias a las bancadas cuando el fundamento del proceso electoral está en los partidos políticos?
 Algunos pensaran que el siguiente comentario resulta muy duro, pero ¿cómo se llaman las personas que fingen cualidades o sentimientos que no tiene?, como también, ¿cómo se denomina al engaño?. Al primero le decimos hipócrita, al segundo, fraude.
 Hoy, cuando existe una aparente desilusión ante la falta de concreción del cambio, aquel por el cual la gente voto en las pasadas elecciones federales, del cual todos los partidos no escapan de ser responsables, la actitud del exdiputado panista solo la alimentan más.


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