Pero la frase fue dicha por ex diputado federal panista Juan
José Rodríguez Prats, en la presentación de una serie de libros de su
autoría en la misma sede del PAN ante 100 invitados entre los que se
encontraban la presidenta del Comité Directivo Estatal Magaly Cruz
Nucamendi, y el líder de Acción Nacional en Mérida Rodolfo González
Crespo, así como los secretarios generales estatal y municipal, Asís
Cano Cetina y Alejandro Novelo Rivero, respectivamente, la coordinadora
de los diputados locales Patricia Gamboa Wong, el regidor Tito Sánchez
Camargo y el ex diputado federal Fidel Antuña Batista, por mencionar
algunos.

¿Qué tiene que decir ahora Magaly Cruz, aquella que usa el insulto como
bandera para el debate político? ¿O Rodolfo González que ha aceptado
que su estrategia es no dejar gobernar tranquilo a la Titular del
Ejecutivo al señalar sistemáticamente sus errores, pero no haciendo
nada con la operación política y sensibilidad que como partido político
perdieron durante el gobierno elitista de Patricio Patrón Laviada?

¿Cómo queda Patricia Gamboa Wong, que su único merito fue haber sido
designada como coordinadora de una fracción panista en el Congreso del
Estado que ha dividido más a su partido por sus intestinales desplantes?

Lo malo, como siempre sucede, es que es muy fácil tirar la piedra y
esconder la mano. A Juan José Rodríguez Prats le faltó decir los
nombres, ponerle el cascabel al gato, si es que desea recuperar el
misticismo y origen del mismo panismo.

Pero es algo muy utópico, por imposible que será, por la incapacidad
del PAN como institución política que nunca se ha abierto a la crítica
interna. Aunque lo único que confirman estas declaraciones, que hay una
realidad que nos puede ocultar, que no es nueva porque así se ha
sostenido desde hace algún tiempo; pero que ante la contundencia solo
significa dos cosas: que el boquete político es tan grande que
no se puede esconder, así como también, que no nos hemos equivocado en
nuestro análisis.

 

 


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