Fiel al título, la historia se centró en aspectos no contados por los
relatos oficiales de Don Miguel Hidalgo y Costilla, del llamado Padre
de la Patria por iniciar el proceso de independencia de México aquella
madrugada del 16 de septiembre en la parroquia de Dolores en 1810.
Detalles que fueron cultivando la visión y motivos de quien sin saberlo
conscientemente encendió la chispa de la libertad que llevó a la
fundación de una nación, hoy México, nuestro país.

Sin duda hay elementos que crean confusión al espectador, sobretodo
el liberalismo en un sacerdote que lo hacía comportarse diferente a lo
que los hábitos le condenaban como actos buenos y probos. La figura de
Hidalgo se desmitifica al presentar a un hombre más inmiscuido en los
placeres mundanos que en fomentar los valores cristianos que como
sacerdote debía profesar. Así vemos a Hidalgo, padre carnal, seductor
con las mujeres, cercano al juego y al disfrute del alcohol. Al mismo
tiempo, un estudioso que no se escondía al leer los libros ocultos y
cuestionar el puritanismo de la época. Un hombre decidido a luchar por
liberarse de los controles que limitan la libertad.

Así creo debió ser el personaje real. En una sociedad tan cerrada en
los dogmatismos no podía ser de otra manera. La fuerza de la conciencia
individual debía ser grande para cambiar la historia y crear las
condiciones para la formación de un país.

Aunque al final los excesos cometidos por su ejército no pudieron ser
controlados por él mismo. La cantidad de sangre inocente le atormentó
en sus últimos días cuando esperaba la muerte. Sin embargo encuentra
justificación en los motivos que lo llevaron a rebelarse: en esa
liberación de los controles de los más poderosos.

Eso nos presente “Hidalgo, la historia jamás contada” protagonizada
por Damian Bichir en el personaje principal y la primera actriz Ana de
la Reguera, la amante de quien sería en los hechos posteriores al tiempo
cronológico de la historia que nos relata la película, quien
encabezaría la lucha por la autonomía de gobierno en la Nueva España.

La historia debe contarse como realmente sucedieron los hechos. La
puesta cinematográfica cumple con ello su tarea. Al final nos enseña que
los hombres que hoy son pilares de nuestra nación fueron simplemente
eso: hombres que aun con todos sus defectos, los designios de la vida y
el destino los pusieron en un lugar donde supieron responder con
compromiso y responsabilidad…. y eso, es lo que marca la diferencia.

 


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