Gustavo-MaderoDicen que lo peor que le pudo pasar al Partido de Acción Nacional es convertirse en gobierno. A lo largo de su existencia desde el 19 de septiembre de 1939, siendo partido de oposición, los valores de rectitud, honestidad y probidad que pregonaban seducían a mexicanos que consideraban que eran la opción para consolidar la democracia, para terminar con la hegemonía vertical de un partido de gobierno.

Después de dos presidencias, por un lado del foxismo que fue un desastre en materia de comunicación e interpretación del hecho político; y por otro, de un calderonismo que en su política de lucha contra la delincuencia organizada con la confrontación directa, sin mediar inteligencia y pulcritud legal, el país se estancó en el avance jurídico, legal y social. En ambos casos la corrupción no fue ajena, desde los hijos de “Martita” hasta el caso de Oceanografía, muchos negocios en lo oscurito, millones de pesos en operaciones turbias, no claras ni transparentes.

Si vamos a aceptar el principio que buenos gobiernos dan votos, la elección presidencial de 2012 resulto fatal para el panismo. Cuando se había tenido todo, el retroceso en la presencia del panismo en los poderes ejecutivo y legislativo y en varias entidades federativas donde regresó el poder al príismo, es una nota que debería ser analizado por los panistas. No cabe lugar a denunciar que existió maniqueísmo electoral por el príismo, ya que no se puede olvidar que en la vida interna de panismo yucateco hay una triste historia de la “operación cochinita” en el mandato del gobernador panista Patricio Patrón Laviada para beneficiar al entonces precandidato Felipe Calderón Hinojosa. Ya presidente de México el premio fue la incorporación de ex gobernador blanquiazul en la administración federal como procurador del medio ambiente, sustentado con “licenciaturas de vida” en un puesto que se espera conocimiento y habilidad técnica para el óptimo desempeño y ofrecer claro y contundentes resultados en materia de seguridad y cuidado ambiental. Es la doble moral y el amiguismo, que como club de Tobi, el reparto del pastel es solo para el círculo cerrado y cercano.

Pero si algo hemos aprendido del panismo, y muchos más en Yucatán, que la democracia solo es un tema para llenar discurso y no vivirse plenamente en su vida interna. Una realidad es que mientras más compiten los panistas entre sí, más se pelean y los daños trascienden a la sociedad. Ya no hay mística ni valores en muchos que se dicen panistas, que en realidad son nuevas incorporaciones al partido ante la llegada del partido al poder. Lo que comúnmente llamamos “roer el hueso”, buscar la posición política y el puesto que permita agandallarse de los recursos públicos.

Lo peor es el marcado veletismo en las filas panistas. Ir conforme soplan los vientos a la conveniencia. Tenemos el caso de Sofía Castro. En tiempos de la elección presidencial en el PAN la hoy diputada panista apoyo a Ernesto Cordero. No se olvida la manifestación de apoyo de más de 12,000 personas que la panista reunió en apoyo de Cordero en Ticul. Hoy, cuando al confrontación es entre Ernesto Cordero y Gustavo Madero, justifica Sofía Castro su cambio del apoyo a favor del ex presidente del PAN afirmando “…porque le devolvió (por Gustavo Madero) al PAN la mística que el partido tenía en sus inicios, lo hizo más democrático, con los cambios internos que promovió y porque es el único capaz de entablar dialogo, llegar a acuerdos y consensos con el gobierno, en beneficio del país”.

¿Qué entendemos entonces los yucatecos del pensamiento político de Sofía Castro? ¿Qué le hizo cambiar y declarar que Madero es el “único” con el cual se puede dialogar? Con simple interpretación en sentido contrario ¿Ernesto Cordero es un intolerante, incapaz de dialogar?

Al final es válido que uno elija a quien quiera apoyar. Pero en política es significativo que los cambios o veletismo que se dan entre los panistas en su vida interna, que nos demuestran que hay una inconsistencia, y por otro lado, conveniencia más que seguir un ideal o modelo político.

Conveniencia que “huele” a traiciones. Algunas ya conocidas y trascendidas en la opinión pública por los mismos panistas. “Lo que pasa, mi estimado” – me dice un connotado panista – “que en el partido la democracia no se entiende debe ganar el mejor, sino que para ganar hay que ‘ching…’ al contrincante”.  El problema mayor es que esos “trapitos sucios” no se lavan dentro de la casa. En la lucha mediática son los mismos protagonistas o interesados quienes los ponen a la luz y escrutinio público.

¿Es este el PAN que un día, en no muy lejano 1939, configuraron sus fundadores? ¿Qué diría, si viviera hoy, Manuel Gómez Morín, Efraín González Luna, Aquiles Elorduy o Rafael Preciado Hernández fundadroes del partido?

No menciono a Luis Calderón de la Vega, padre del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa. Es conocida la historia que desde 1976 don Luis fue perdiendo la confianza y fe en el partido que él contribuyó a fundar. Una situación que lo lleva a renunciar al partido en 1981 al sentir que la ideología panista se resquebrajaba por el ingreso de empresarios que al no ser incorporados dentro del corporativismo en el gobierno vio una oportunidad de participación política en el PAN. Lo más curioso es que mientras el padre renuncia, el hijo ingresa a la vida activa panista. ¿Relevo generacional?

El panista, si que en realidad quiere recuperar la mística perdida, debe hacer una buena reflexión crítica de su realidad. Lo peor es que bajo el régimen estatutario no se permiten corrientes críticas dentro de su partido. Inmediatamente surgen las voces de condena y el señalamiento de “traidores” para quienes quieren, con responsabilidad y compromiso democrático, hacer un análisis de la realidad política desde el seno del partido. Por eso no se extraña que quienes quisieron ser críticos hoy abandonen el partido y busquen otras alternativas, como es el caso de Ana Rosa Payán Cervera, Luis Aldana u Orlando Pérez Moguel. El último en activo como presidente municipal del PVEM y uno de los que más ha investigado la corrupción en el Ayuntamiento de Mérida en la administración actual de Renán Barrera Concha.

En contrasentido, en el PAN se permiten las traiciones, el veletismo, la negociación convenenciera, la metida del pie para provocar caídas, la friega mediática para ensuciar al oponente.

Así es como dicen que viven la democracia dentro del PAN.


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