Hace algún tiempo aprendí, gracias al
psiquiatra especializado en terapia sexual, Dr. Francisco Delfín, que
resulta muy difícil determinar el origen o una explicación de la
conducta homosexual. Sin embargo, también es cierto que no se requiere
de mucha exploración para determinar; si bien lo que no es normal o
anormal, términos eliminados en el lenguaje políticamente correcto pero
que tienen una significación clara y se continúan usando para
establecer algunos criterios en otras áreas de la salud y la conducta
humana;
tenemos el concepto de "natural" con muchísima mayor relevancia para determinar lo que aquí corresponde.
La
naturaleza, para la misma sobrevivencia de la humanidad, especie al fin
y al cabo, diferenció entre hombre y mujer para llevar al cabo la
procreación. Es el gran rasgo de complementariedad, en la unión del
hombre y la mujer, la forma "natural" de fortalecer la conservación de
la especie. Es por ello que a lo largo de la historia se ha confirmado
el matrimonio como una institución, entre hombre y mujer, necesaria
para la humanidad.
Posiblemente alguien dirá que el argumento
anterior se sustenta en un principio darwiniano. Darwin lo que hizo fue
explicar los mecanismos biológicos con base científica. Por cierto,
alejado de la influencia religiosa. Hay que resaltar al respecto que la
Iglesia Católica no acepta la explicación de este biólogo inglés, por
lo que esta explicación carece de ese elemento religioso que algunos
esgrimen en contra de quienes defendemos lo que es, y debería ser,
"natural" para la "naturaleza humana".
Es cierto que existe la
homosexualidad, inclusive entre especies animales irracionales, lo que
también utilizan como un argumento para sostener que dicho
comportamiento forma parte de la naturaleza. Definitivamente se da en
ella al igual que la violencia y el asesinato; pero éstos últimos no se
consideran propios de la naturaleza de los animales racionales, el
hombre. Confirmó la definición de hombre como animal racional, así
definido desde los tiempos de Aristóteles y pasando en la actualidad
con los argumentos antropológicos científicos.
Es grave que en una
sociedad, que se dice democrática, se intente censurar a quien defiende
una posición y una manera de pensar. El conductor, me queda muy claro,
en ningún momento ofendió ni determinó que las personas homosexuales
sean enfermas, ni tampoco hizo un llamado en contra de ellos. Solamente
cuestionó una definición conceptual que es igualmente debatida en
diversos círculos intelectuales y de investigación social.
Es
entendible que en el sector exista enojo. Pero tampoco justifica que se
dirija un linchamiento mediático en contra del conductor. Lo que
debería hacerse mejor es debatir los argumentos soportados con
evidencia. Seguramente alguien dirá o comentará sobre esta reflexión
que soy en retardado mental. La inteligencia es una capacidad que nos
hace entender el entorno para adecuarnos al contexto al ofrecernos
soluciones. Seamos más inteligentes y prudentes al actuar o el decir.
Por
ello, si cuestiono sólo el tono que utilizó el conductor, pero al fin y
al cabo en mi inteligencia comparto la preocupación, al igual que
muchos, de cómo se quiere hacer confundir los definiciones y conceptos
universalmente aceptados y sustentados en evidencia científica. Lo que
no implica dejar de reconocer los derechos que todos los individuos
tienen, en la propia intimidad y cuando no afecten a terceros, de
conducirse usando su propia libertad de pensar y actuar.
La
sociedad, en su marco jurídico, garantiza que nadie pueda ser molestado
en esa intimidad, ni es sus derechos, ni obligaciones.

 


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