Que ganó Alfredo del Mazo; pero también, lo consiguió Andrés Manuel López Obrador.

Al momento de escribir estas líneas, el conteo distrital apenas empieza en lo que se espera sea una jornada ríspida. Morena insistirá en el voto por voto, casilla por casilla en la lucha por hacer valer el triunfo que aseguran ganaron. Por su parte el PRI se aferrará a no bajar una sola décima del porcentaje que le otorga tanto el PREP como el conteo rápido la victoria electoral.

Lo que es cierto y debe ser motivo de análisis y reflexión para el Partido Revolucionario Institucional es que aún ganado el Estado de México en lo político perdió. Morena, apenas un partido con dos años de existencia y una candidata que no tenía la ascendencia política, ni el arraigo y mucho menos el poder que se le atribuye al grupo Atlacomulco, por poco logra lo impensable: quitarle al PRI un gran bastión que representa no solo una buena cantidad de votos, sino también, un presupuesto electoral robusto. Ambos factores importantes para lo que viene, la elección presidencial de 2018.

En 2011 Eruviel Ávila arrasó con 61.97 por ciento. Una diferencia de 40 puntos porcentuales por arriba de Alejandro Encinas que encabezó los esfuerzos de la izquierda mexiquense en una elección que confirmó la hegemonía de poder priista en el Estado de México. Tiempo atrás, Enrique Peña Nieto en el 2005 se alzó la victoria en su entidad con 47 por ciento con abultada diferencia de 20 puntos de Rubén Mendoza Ayala (PAN-CONVERGENCIA) yYeidckol Polevnsky Gurwitz (PRD-PT).

El ánimo priista se recuperó a las 10 de la noche de la jornada dominicial del 4 de junio cuando se dio a conocer el conteo rápido que le daba ventaja a Del Mazo y, al día siguiente, se tranquilizaron más con la correspondencia con los resultados del PREP. Pero no hubo el festejo en grande. No se podría justificar una celebración cuando se tuvo que depender de un final de fotografía y, que dependerá el cantar la victoria final, del resultado del conteo de votos distrital y en su caso de las impugnaciones y resoluciones judiciales.

Pero lo importante para todos los partidos políticos y especialmente para el PRI y el presidente Enrique Peña Nieto es lo que sucederá con el proceso presidencial de 2018. Es claro que el PRI viene debilitado. Si tomamos la elección como una valoración de los ciudadanos a la presidencia el tema debe preocupar al PRI. Es claro que hay una percepción ciudadana contraria al Partido Revolucionario Institucional.

¿Quién ha salido a manifestar la intención firme y convencida para encabezar al PRI en la lucha electoral del 2018 para la presidencia de México?

Tanto el doctor José Narro como el secretario de gobernación Miguel Osorio Chong se han bajado de la lucha por la candidatura. De Osorio se dice que prefiere asegurar una posición en el Senado y desde ahí encabezar el frente que se oponga a la transformación de México que ha anunciado AMLO en caso de ganar la presidencia.

El antipriismo que alimenta la preferencia electoral a favor de Morena seguramente seguirá nutrida por el discurso del “complot” y la “mafia del poder”. Desde una perspectiva política, fundamentada por la percepción del ciudadano, lo que ha pasado en el Estado de México es otro fraude más. En las redes empiezan a asegurar que el fraude fue inmenso y descarado sin aportar ninguna evidencia contundente y pertinente para despejar cualquier duda. Mucho dicho, especulación y suposiciones sin acreditar de forma fehaciente la práctica fraudulenta.

Por lo cual algo tendrán que hacer los priistas. No basta que ahora se meta a la cárcel a la que llamó la nueva generación de gobiernos talentosos que terminaron saqueando las finanzas públicas de sus entidades. No basta que se regrese lo robado.

El tema es la credibilidad de una institución que, al igual que los otros partidos políticos – incluido Morena –, sigue las reglas y cánones escritos y no escrito del sistema político mexicano. Algo que es digno de contemplar es la capacidad de mimetismo del líder de Morena que el escándalo no le ha podido alcanzar. La estrategia de embate de Enrique Ochoa, dirigente nacional del PRI, contra López Obrador no le funcionó. Al contrario, lo fortaleció tanto que le permitió a la candidata del ex priista tabasqueño pellizcar la victoria.

Entiendo que los priistas no acepten la crítica y contra cualquier otro argumento celebren la victoria. Se comprende que para un triunfo electoral en nuestro país basta un solo voto de diferencia. Pero mucho se ha dejado avanzar a Morena, como también, mucho se ha perdido para el PRI. Cerrar los ojos y no reflexionar sobre estos puntos impide observar con claridad necesaria para reencontrar la estrategia política rumbo al 2018.


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