El PAN tiene en sus principios estatutarios la importancia de la dignidad de la persona humana. Se define por lo tanto en una filosofía política humanista. Busca resaltar la trascendencia del hombre y la participación política en la sociedad. Pero en los hechos quedan muy lejos de esos principios.

En la semana pasada culminó el proceso de elección para la renovación de las dirigencias nacional y estatal. En el primer caso resultó ganador de manera más que aplastante Ricardo Anaya, el candidato de la línea oficial de Gustavo Madero. No pudo Javier Corral, con la “revolución de las masas”, cambiar la tendencia de los votos. Hay quien dice que el acarreo y la manipulación de la militancia fue la causante de la victoria del candidato oficial.

En el caso de Yucatán igualmente se dio un victoria de un casi 2 x 1 a favor de Raúl Paz por encima de Alfredo Rodríguez. La campaña panista no fue tersa, sino que se acompañó de descalificaciones específicamente del segundo en contra del primero. La historia de Raúl Paz que se relaciona con video del pasado próximo, en la lucha interna por el control de la conducción de la fracción parlamentaria del blanquiazul en la Cámara de Diputados. Un hecho igualmente dado a conocer a la opinión pública por los intereses mezquinos y oscuros que no importa dejar al final mal a su partido.

En un afán de darle la vuelta a lo que venía, Alfredo Rodríguez retó a Paz para que el segundo se aplique un análisis antidoping, suponiendo con ello que el nuevo presidente del PAN en Yucatán es un consumidor de drogas. Este hecho fue la tumba de Alfredo por el rechazo de una gran cantidad de panistas que consideraron un exceso el planteamiento desesperado de hoy candidato perdedor.

Atrás de Alfredo Rodríguez se encontraban activos los hermanos Patrón Laviada – Patricio y Hugo – en las redes sociales, especialmente del Facebook. Hugo Laviada llegó a despotricar contra Mauricio Vila, el alcalde electo de Mérida, por ejercer la libertad de aliarse con Raúl Paz, un panista activo y ganador en la capital del Estado; mientras tanto, el ex gobernador no debería ser considerado panista ya que no refrendó su militancia al partido.

Era muy claro que el proceso panista, inédito en cuanto fueron los militantes quienes tomaron la decisión, fue la confrontación entre dos visiones del partido. Por un lado, los “caciques” del partido que lo han mentido copado a sus intereses; y por otro, una nueva clase de panistas jóvenes que aspiran a un relevo generacional para revitalizar al PAN.

En la democracia ya no hay verdades absolutas, se requiere de una mayor flexibilidad, capacidad de negociación y claridad de los escenarios sociales y políticos. Es por ello que no cuajó en los panistas el discurso de Javier Corral. Un partido mexicano en una democracia participativa y plural no debe segregarse de las decisiones y acciones políticas del gobierno. Esto no significa perder la esencia de oposición de un partido. Lo que se trata ahora es de encontrar coincidencias entre las diversas visiones del país, que dentro del campo de la negociación pueda ser una fuente que las resuelvan para el bien del mismo.

El PAN es un partido que no ha sabido jugar en ese camino de consolidación de la democracia moderna. Es difícil lograrlo cuando desde la casa no existe un verdadero compromiso de vivir una democracia plena que implica respeto y tolerancia. En los casos de Mari Yoli Valencia, Sofía Castro y Alberto del Río Leal es la muestra de la falta de democracia dentro del PAN. Un partido que no admite la crítica interna, pero que si es capaz de usar la “guerra sucia” para dañar al contrario en un proceso tan simple como permitir que gane la mejor propuesta.

El PAN no es un partido limpio. Es un partido sucio, que corrompe las reglas de respeto y tolerancia de la democracia. Ellos fueron los que inventaron el concepto de “operación cicatriz” que no debería existir entre quienes saben jugar a la democracia con verdadero compromiso social. Es por ello que sus señalamientos hacia prácticas de gobierno o de la vida interna de otros partidos resultan hipócritas.

AL CALCE. En la semana pasada consideraba que el INEE resultó ineficiente para llevar a buen término la evaluación del Servicio Profesional Docente. Ahora resulta que la Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente envío el pasado martes 18 claves incorrectas a los maestros para que cumplan con la subida de sus portafolios de evidencias. Ahora dicen que fue un error técnico lo que constituye una violación al trato de los datos personales y privados de acuerdo con las nuevas leyes de Transparencia y Manejo de la Información Pública y los datos personales. Las claves de maestros, junto con su información personal, fueron enviados de forma incorrecta. Algunas de ellas ya se subieron en portales y redes sociales. Un error en un proceso que debería dar certidumbre a los maestros, hoy los docentes tienen sobradas razones para dudar de la capacidad técnica de quienes tienen a su cargo un proceso de evaluación que causa temor.


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