Papa_FranciscoUna de las situaciones más vergonzosas para los mexicanos católicos es la vinculación de la Legión de Cristo y su fundador en los escándalos de pederastia y abusos sexuales. El caso del P. Maciel enloda la credibilidad de la Iglesia Católica Mexicana y sus jerarcas que solaparon y encubrieron lo que ya sabían. Una situación que llegó hasta el seno del Vaticano sin que la curia papal hiciese acciones concretas para remediar la situación y enjuiciar, tanto en derecho canónigo como el civil, a quienes habían definitivamente vulnerado la integridad y libertad del sano crecimiento sexual de muchos niños y niñas que sufrieron el abuso.

Para Juan Pablo II a quien muchos admiraron por el acercamiento de la Iglesia a los ciudadanos del mundo en los inicios de la globalización política y social, lo que abría nuevas opciones para que la Iglesia Católica sea una institución creíble, digna de fe y confianza, lamentablemente hizo caso omiso de las denuncias. Con su indiferencia y silencio ocasionó un mayor daño.

Maciel es el fundador de una orden religiosa. En la vida diaria de la Iglesia se reconoce a los fundadores un carisma que constituye una Gracia de Dios, ejemplo de rectitud y devoción religiosa que como modelo a seguir enriquece la vida, misión y valores del grupo. Ejemplos notables los hay. Como también ahora sabemos que la realidad humana se puede llegar el engaño, la manipulación para encubrir bajezas que nada tiene que ver con la bondad y respeto a la vida humana y social.

No ha faltado en la discusión del caso las razones económicas, muy grandes que el emporio de los Legionarios de Cristo significa para la misma iglesia. Con colegios y obras que recibían buenas sumas de dinero de empresarios la orden representaba un gran activo monetario.

¿Pudo más el interés económico que realmente ajustarse a las condiciones de una vida de piedad, amor y bondad cristiana?

Los hechos ahí están. Muchos actores que han sido protagonistas no han sido sacudidos por la tempestad de los abusos. El encubrimiento y la impunidad están presentes. El cuestionamiento termina siendo duro y difícil para la Iglesia Católica.

San Agustín, el gran teólogo católico, decía claramente que el hombre se encontraba siempre en la disyuntiva de elegir una sola de las dos ciudades que se le presentaban como opción. Si elegía la Ciudad de Dios, título de su obra, requería vivir en el amor de Cristo, en su doctrina, postulados y enseñanzas. La otra, era la ciudad terrenal, aquella dominada por el pecado y los placeres mundanos.

¿Cuál fue la opción que eligió la jerarquía católica mexicana en este lamentable caso?

Juan Pablo II ya se enfrentó al juicio de Dios. Se quedó Benedicto XVI que fue quien puso un fin a la vida “piadosa” del P. Maciel. Lo condenó al silencio y le quitó la rectoría de la orden. Queda la reserva de mantener una orden relerigiosa que en su inicio no hay modelo de rectitud, que en la vergüenza fue la tapadera de los abusos y depravación del fundador. Pero no pudo hacer más. En una decisión inédita por varios papados renunció a la Santa Sede.

Con la llegada del Papa Francisco, el primer latinoamericano en asumir la primera magistratura religiosa católica, muchas cosas están cambiando. Consciente de que los abusos no llegan a un buen término en el respeto de una dignidad pisoteada ha pedido el perdón a la sociedad por los excesos, abusos y escándalos sexuales de sacerdotes católicos.

Un paso trascendental por el reconocimiento que implica de situaciones que antes la Iglesia Católica se callaba. Lo hace en español, la lengua materna del Sumo Pontífice. Por lo cual lo hace suyo, sentido y comprometido contra esa lacerante realidad para los católicos.

Tampoco debe significar que basta pedir perdón. La Iglesia Católica no puede estar por encima de la sociedad. Si alguien hizo mal y hay pruebas objetivas de su comportamiento infame debe ser sometido a las leyes de los hombres. Debe hac justicia, reparación del daño. No por ser sacerdote se deja de ser humano.

Este hecho es histórico, justo en momentos en que la Iglesia Católica ha recibido duras críticas por la omisión de acción – que igualmente es pecado – ante lamentables casos. En un tiempo litúrgico que es de reflexión y nueva vitalidad año con año al conmemorar la pasión y resurrección de Cristo.

Con el deseo que la Iglesia reflexione y accione lo conducente para que realmente sea modelo de vida en un mundo donde necesitamos valores, hoy se le reconoce al Papa Francisco la entereza y humildad por pedir perdón.

¿Cuándo pedirán perdón los jerarcas mexicanos involucrados?


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