Hace alrededor de 15 años para atrás existía el gran rumor de las “palancas” para el ingreso a la preparatoria o cualquier facultad de la Universidad Autónoma de Yucatán. No era ajeno del conocimiento público que algunos cargos directivos en las escuelas universitarias lucraban descaradamente con las fichas, asegurando ingresos sin tener la base o fundamento en los exámenes de admisión a las mismas. Era “secreto a voces” de convenios de colaboración entre algunas escuelas de asesorías con las autoridades universitarias para asegurar espacios de ingreso de aspirantes que pagaban la cuota.

Esto llegó a mermar de manera paulatina con los procesos de evaluación de Ceneval. Me tocó en alguna oportunidad ser sinodal en un proceso de admisión universitario. En aquella ocasión, en la Facultad de Contaduría y Administración, se nos empodero a los sinodales para ser las máximas autoridades, inclusive por encima de las propias institucionales, para resguardar la seguridad en el manejo de cuadernillos y hojas de respuestas, las fichas y los folios de los sustentantes. El propósito era claro: dar certidumbre a un proceso de selección universitario.

Sin embargo, ahora vuelve nuevamente a ser cuestionada la universidad por padres de familia y sustentantes que no entienden como puede ser que con mejores calificaciones resulta que no pudieron entrar la preparatoria.

Clarifiquemos el asunto. La UADY tiene tres preparatorias. En el caso de Uno y Dos se conserva el examen de conocimientos como el único filtro para determinar, con lista de prelación, quienes son los que consiguen un lugar para estudiar en esas escuelas. Para el caso de la que se conoce como Preparatoria Tres o como la denomina la UADY “Unidad Académica Bachillerato con Interacción Comunitaria” se tiene un esquema muy diferente ya que se concibió para apoyar el rezago educativo ante falta de oportunidades económicas para realizarlas. Por lo cual el proceso de ingreso depende de dos aspectos: un estudio socioeconómico y el examen de conocimientos Cenaval. El promedio entre ambos instrumentos se determina la posición en la prelación que define quien entra o no la institución.

Lo que parecía entonces una gran oportunidad para propiciar desarrollo educativo en el sur, resulta ahora un problema para la universidad que con criterios no claros y discriminantes no generan una certidumbre en los resultados.

Hay casos muy interesantes y merecen ser analizados. Uno de ellos lo he conocido de primera mano. Se trata de una chica que no pudo entrar al bachillerato a pesar de vivir en una zona de condiciones precarias. El punto en este caso es que la familia cuenta con un apoyo económico que les ha permitido mejoras en su vivienda. Sabemos que una instancia que ofrece apoyos es el gobierno del Estado de Yucatán, que por medio de la Secretaría de Desarrollo Social tiene una política social llamada Estrategia Mejorar que implica el mejoramiento de la vivienda para construcción de pisos, baños o cuartos adicionales.

Parece que las autoridades de la UADY prefieren entonces que los “jodidos” estén así de “jodidos”. A esta chica, con buenos resultados académicos y que logró más de mil puntos en la evaluación del Ceneval, no pudo tener un lugar para estudiar en la Prepa 3 por contar con esos apoyos.

¿No se le hace estimado lector un absurdo?

¿Es válido que la UADY sacrifique a quien con esfuerzo demuestra capacidad para estudiar solo porque “su familia tiene recursos” para construir un cuarto adicional o ponerle piso a su casa?

No hay criterios claros en el proceso de selección de la Preparatoria Tres. La objetividad en un resultado en la prueba de conocimientos ahora está sujeto a una valoración socioeconómica que resulta subjetiva. Además, que discrimina por el hecho de tener más sin importar que demuestres que tiene el conocimiento para afrontar el estudio con compromiso y responsabilidad. Esto abre un lugar a la corrupción de la esencia universitaria que es elegir a los mejores, a los que realmente se esfuerza y quieren salir adelante.

La educación por sí misma no debe estar sujeta a que si tienes o no tienes para tener la oportunidad. No es cuestión de programa social para abatir carencias. Para eso está el gobierno con la política social para ayudar a la economía de las familias. La educación debe ser una cuestión de esfuerzo personal que asume el estudiante para lograr un avance social.

Parecería que las familias del sur que pueden tienen hijos para estudiar en la Preparatoria Tres no merecen apoyos, ni tiene el derecho de superarse, ni comprar vehículos si es que pueden, menos hacer mejoras en su casa.

Para que asegures “pasar el estudio socioeconómico” deberás estar “jodido”, no tener de más que los demás, no aspirar a tener apoyos. Porque así, sin importar que el nivel académico este por debajo de los “otros privilegiados”, asegurarás un lugar para estudiar en la Preparatoria Tres.

Este es el mensaje y recomendación que emite en el proceso oscuro y no transparente de selección para la Preparatoria Tres.

AL CALCE. Para rematar, las demás preparatorias públicas ya cerraron sus procesos de selección y tiene el cupo lleno. La diferencia con la UADY es que las que no son UADY pudieron elegir una segunda o tercera opción. La UADY es una evaluación binaria: o entras o no entras. No más opción. Si no entras quedas en el limbo, estás fuera de un sistema que constitucionalmente es obligatorio y que los esfuerzos del gobierno y de la sociedad deberían apuntar a asegurar que todos tengan oportunidad de estudiar: QUE NADIE SEA EXCLUIDO.


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