En los últimos días le ha tocado a Puerto Progreso ser
protagonista de la nota política en su connotación roja por la oposición de un
grupo minoritario al proyecto de malecón, que ante la construcción del nuevo
internacional, no se pierda la costumbre del que resultará para entonces “viejo”,
y con ello, no resulten afectadas ni las costumbres ni las oportunidades de
comerciantes que vieron en éste, el antiguo, una oportunidad para ofrecer
empleo y obtener ganancias que den movilidad económica al municipio.

Esa es la visión del proyecto que se ha presentado a la
sociedad progreseña. Mismo que en círculos de economistas, comerciantes, e
inclusive, de expertos en urbanidad y hasta editorialistas han coincidido que
es benéfico para el puerto. No sólo por la potencialidad del turismo
internacional que coloca a Progreso como un punto de conexión, sino también,
por la captación del turismo nacional, sobretodo, el local que es más cautivo
por su alta afluencia en temporada vacacional y permanente a lo largo del año
por la cercanía a Mérida, siendo una opción más que viable para el paseo
nocturno en cualquier día de la semana. Por lo tanto, carecer de opciones, es
coartar posibilidades reales de desarrollo económico.

El Gobierno del Estado, asumiendo su actitud democrática,
puso en consideración de la sociedad el proyecto. Obviamente en una primera
impresión surgieron dudas y observaciones, como aquella que aseguraba como
ociosidad derribar la actual barda del malecón. No obstante del rechazo, los
presentadores, Gobierno del Estado y Municipal, refrendaron la disposición del
diálogo e hicieron suyas las demandas de la sociedad. Como resultado hay otro
proyecto donde se clarifica y transparenta las modificaciones que surgieron de
las observaciones y críticas.

Pero aun así hay quienes se oponen. Lo peor con signos de
evidente violencia en contra de las autoridades que han escuchado y puesto a
consideración un nuevo proyecto con las modificaciones sugeridas.

Aquí surge entonces que valor realmente tiene la democracia
para el pueblo en general. Ya que en verdad no tiene sentido que un proyecto
que beneficiará a muchos, por la terquedad y necesidad de algunos pocos, las
posibilidades de crecimiento y desarrollo económico y social queden
interrumpidos.

Lo peor que es que en la justificación de esa misma
democracia se critique a un gobierno que afirman no hace obras, que no construye,
que no edifica, pero que si derrocha y gasta mucho.

¿Hay alguien que nos pueda entender, y al mismo tiempo,
explicar tanta incongruencia?

¿Qué nos hace falta para entender que más allá de los intereses
personales y partidistas debemos construir con visión de crecimiento y
desarrollo?

Es cierto que debemos conservar nuestras costumbres y
tradiciones. De alguna forma lo hacemos a diario en el compromiso personal y
social de respetar lo que somos y seguiremos siendo. Pero tampoco significa que
nos cerremos al avance tecnológico, social y cultural propio del paso del
tiempo. No hacerlo es rezagarnos y quedarnos en un pasado. Orgullosos de la
historia sin perspectivas de evolución social, será el resultado del
estancamiento.

Este dilema psíquico es lo que representa hoy el caso de
Progreso. La solución es darnos cuenta que la vida continua, el tiempo pasa y
no se detiene; por lo que sólo queda armarnos de valor y afrontar con valentía
y creatividad a los cambios que son necesarios.

Progreso lo está haciendo. Hoy piensa con mayor visión. En
el parque del malecón hoy hay un teatro donde el pueblo puede juntarse, más
allá de un periodo de feria en tiempo vacacional, a disfrutar de espectáculos
al aire libre. Se capacita a los un cuerpo de policías especializados en el
trato de turista, con inglés para mejorar la comunicación y ofrecer al
visitante extranjero una mejor estadía cuando hay muchos pensionados, de lengua
inglesa, que toman el puerto como domicilio permanente. Se afirma que en este
año se inicia la iluminación de la carretera, lo que sin duda aportará mayor
seguridad a quienes de noche quieran ir al pasar un rato agradable a Progreso.

El proyecto del malecón es sólo un paso más en la
consolidación económica de Puerto Progreso. Que sus habitantes hagan honor a su
nombre, que no se oponga a los cambios para crecer y desarrollarse más. La
crítica y la oposición sistemática con el eterno NO son obstáculos que a todos,
al final, perjudican.

AL CALCE. Un reconocimiento a la seguridad privada de la
Terminal Aérea de Mérida. Por alguna razón que desconozco una de las puertas de
mi vehículo quedaron abiertas cuando tuve que ir a buscar un familiar que
llegaba de viaje. Durante todo ese tiempo, al percatarse los guardias de la
situación irregular del auto, se mantuvieron alertas y en constante vigilancia
hacia mi vehículo. No fue hasta mi salida de la terminal, cuando informado de
la situación y la verificación de que todo estaba bien, es que se levantó ese
resguardo. Es una tranquilidad vivir en una ciudad donde la seguridad funciona
en beneficio de nuestra integridad física.

 


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