En estos días se empieza a discutir en los senos de los partidos políticos la forma de selección de los próximos candidatos, especialmente de la elección federal a la presidencia de la república. Lo que no se dice y parece que pasa a un segundo término es la formulación de qué proyecto de país se pretende construir o consolidar para los próximos años. Como siempre sucede, primero es la persona y después el proyecto. Es la condena de una política partidista que solo ve intereses particulares por encima de los retos y rezagos nacionales. Por lo cual estamos ante el riesgo de estar nuevamente en proceso electoral y próximo régimen de gobierno con más de lo mismo: sin propuestas ni soluciones.


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