En la “liturgia” del PRI siempre se ha reconocido en el gobernante en turno como el “primer priista”. Hoy Enrique Peña ostenta el tratamiento político de ser el “primer priista de México”. ¿Qué sucederá con José Antonio Meade? ¿Se le dará la ostentación de ser lo que no es? Como también valdría la pena considerar si la unción presidencial será tan fuerte como para realmente provocar que los priismos locales queden sumisos ante la voluntad política de “no priista” Son cuestionamientos que nos configuran una nueva forma del quehacer político interno en el PRI. Esto no necesariamente significa modernidad.


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