Como es su obligación constitucional el día de ayer el presidente Enrique Peña Nieto envío al Congreso de la Unión el Informe del Estado de la Nación, una recopilación documental de los supuestos logros en la administración federal de este año.
Para hoy el presidente, desde Palacio Nacional, dio un mensaje a la nación ante la presencia de representantes de los órganos del estado, de la sociedad civil y diversos sectores de la sociedad mexicana.
Sin esperar nada nuevo en el contenido en la voz de Enrique Peña Nieto hizo un recuento de avances en los diversos aspectos de sus cinco ejes de gobierno. Puras cifras alegres de avances en salud, educación, seguridad, impartición y procuración de justicia, turismo y otros más.
¿Nos dejan satisfechos tantas cifras alegres?
Veamos el caso de la inseguridad en el país con el número de asesinatos y ejecuciones. Al respecto llamó la atención que el presidente asuma que, si aún existen éstos, la responsabilidad ya no es de la federación sino del fuero común, es decir, de las autoridades estatales. El típico pase de la factura a otros.
Se volvió a mencionar los supuestos beneficios de las grandes reformas, especialmente la energética donde se insiste en que hay reducción en las tarifas de la energía eléctrica. Lo que muchos ciudadanos ni vemos, ni sentimos. Siempre se paga mucho y cada día más.
Quiso enfatizar sobre las medidas que han consolidado los indicadores macroeconómicos. Un punto que algo de verdad. Concedemos que el hecho de la despetrolización de la economía nos ha hecho menos dependiente de “oro negro” en las finanzas públicas. Pero la sustitución con los ingresos fiscales que obtiene la federación por vía impuestos no deja de convencer a la sociedad.
Igualmente mencionó sobre el incremento en el turismo, pero no hizo mención de las alertas del gobierno norteamericano ni de la inseguridad en los principales centros turísticos, como ha sucedido en Cancún. Pero bueno, como eso ya no es de su competencia, se lo deja al gobernador y autoridades de esos centros vacacionales
Hablo de una recuperación del poder adquisitivo de los salarios, pero no mencionó que de acuerdo con los datos del INEGI el incremento de la inflación en los últimos meses se ha duplicado. Hemos pasado de un rango cercano al 3 por ciento a estar en el último mes en un 6.8 por ciento en inflación.
Tampoco se mencionó sobre el gasolinazo. No hay explicaciones ni justificaciones. Solo decir que las cosas van bien, que mantenemos el rumbo, que el esfuerzo es de todos.
Otro tema ausente, la corrupción que ha dañado al sistema político y hasta su propio partido. Un último año que ha sido marcado por la persecución de gobernadores, tanto del PRI como del PAN, que están siendo acusados y algunos en proceso judicial por lavado de dinero, delincuencia organizada y enriquecimientos no solo ilícitos sino también escandalosos.
Fue un discurso de un burócrata que solo sabe decir cifras. No del estadista que entiende al pueblo, la repercusión de sus acciones, que sabe reflexionar sobre sus aciertos, pero asume igualmente la responsabilidad de sus errores y sabe disculparse ante sus representados.
Un informe que no se separa de más de lo mismo con la diferencia de que hoy la sociedad exige un diálogo más directo.
Un informe que no es ni Peña ni Osorio Chong los encargados de entregarlo al Congreso de la Unión. Fue un subsecretario, alguien de tercer nivel el que acudió a la cita constitucional en lugar Titular del Poder Ejecutivo. No se puede hablar entonces de coordinación entre los Poderes de la Unión cuando no se asume personalmente las funciones y facultades constitucionales.
El informe de Peña se queda así, con minúsculas. Ni fue impactante, ni una pieza de oratoria, de mensaje político que marque el rumbo del país… y todo esto, a punto de empezar el proceso electoral rumbo al 2018.


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