cetegUna de las situaciones donde existe consenso social desde tiempo atrás es la necesidad de reforzar el sistema educativo nacional. José Vasconcelos, el fundador de la SEP en 1921, había afirmado en ese tiempo que el texto del artículo 3° Constitucional era letra muerta. Sin embargo, realizó todos los esfuerzos para crear las misiones culturales de alfabetización que constituyeron un gran avance educativo en el país.

Mucho tiempo después, con el Plan de los 11 años, emprendido por Jaime Torres Bodet, con la consolidación del texto gratuito se logró la mayor cobertura de la educación, que en retrospectiva permitió consolidar una clase media que superó el rezago social heredado de los tiempos convulsos revolucionarios.

A pesar de esos dos esfuerzos, en la actualidad hay una percepción negativa en lo que respecta a la educación y el trabajo de los docentes. Es la idea del fracaso en la educación por la minusvalía del valor del magisterio, la pugna y grilla sindical, la incapacidad del gobierno de verdaderamente invertir en infraestructura educativa para modernizarla y adaptarla a los tiempos y características tecnológicas de la época contemporánea. Situaciones que han creado un hartazgo social que demanda un mayor compromiso de todos los actores políticos que tienen una influencia en la definición de las políticas educativas.

Un país se hace y se construye desde la educación. Los grandes cambios sociales se han gestado a partir de los grandes pedagogos que han sabido conducir los destinos de la educación de sus comunidades. Makarenko en Rusia, Pablo Freire en Brasil, John Dewey en USA y José Vasconcelos en nuestro país, por citar los ejemplos más significativos.

Pero los cambios no son posibles sin la materia prima de la educación que son los maestros. Éstos son los que operan el sistema educativo, los que ponen su empeño para lograr las metas y objetivos educativos que como sociedad consideramos importantes. Se requiere por lo tanto de la mejor preparación, el mayor compromiso y el máximo esfuerzo de los docentes para lograr que la educación sea el baluarte del crecimiento y desarrollo de la nación.

Por ello, cuando vemos a los maestros con capuchas, con rostros ocultos, portando palos y piedras para protestar por lo que creen son sus derechos, obstaculizando el tránsito de terceros ajenos, violentando la paz social, destruyendo bienes públicos, son imágenes que se alejan de la inteligencia, cultura y razón que deben tener como portadores del conocimiento y transmisores de los valores sociales.

Lo peor es observar como usan la manipulación y el engaño para conservar los cotos de poder y de control político. Engañan y mienten de una supuesta privatización de la educación y de que el gobierno ya eliminó del texto constitucional la gratuidad de la educación. Los medios ya no engañan como antes, las redes sociales nos permite conocer lo que está pasando. En los mensajes vemos como estos pseudo maestros quieren forzar a la confrontación, a la polarización, a la sinrazón política.

Solo se limitan a decir que no a todo, no la evaluación, no al despido de los mediocres, de los abusadores, de los borrachos, de los que nos trabajan, de los que ven la educación como un provecho personal y no un compromiso social. No hay después propuestas, no señalan el camino, no dicen que se debe hacer, como se debe corregir lo que suena a fracaso educativo.

Quieren forzar a una iniciativa de ley que sin más que por el deseo propio y orgullo grupal obligan a un órgano legislativo a aprobar sin importar ir contra la Constitución, con el orden legal establecido, con lo que una mayoría – más de 17 entidades – han votado a favor, que constituye un reclamo social generalizado de cambio y modificación para el mejor futuro de nuestros hijos.

No es posible estar de acuerdo con ellos, ni por más justas que intenten ser sus demandas, porque no corresponden a la realidad del país, con el tiempo y la necesidad de modernizar y cambiar los esquemas obsoletos que son los obstáculos para el desarrollo social del país.

Mal haría el gobierno y la sociedad en cobijar esa mediocridad que tanto nos ha lastimado como país. La necesidad de desarrollo del país exige que se suban al cambio los que quieren un mejor país. Los que no quieran… pues que no molesten.


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