Hace algunos días se le criticó a Lucelly Alpizar el uso de la palabra “natural” para referirse al tema de la violencia de la mujer. Me imagino y quiero conceder la duda que la representante de la OMNPRI se equivocó de palabra y la confundió con “cultural”. Si algo podemos aún ver en la sociedad es que existe una animadversión de determinados sectores sociales hacia las mujeres, lo que obstaculiza las posibilidades de desarrollo y avance.

Como muchos ya saben, durante el mes de diciembre se estrenó la película Star Wars como parte de una nueva trilogía ahora en manos de Disney. Para esta ocasión el personaje central se centra en un rol femenino. Una situación que ha venido a causar muchas críticas de fanáticos que ven alejado las características arquetípicas con las cuales se fundamentó y alimentó las primeras películas.

Retomó para el caso las palabras del obispo auxiliar de Los Ángeles Robert Barrón que al respecto de una crítica a la película manifiesta:

“Por supuesto, algunos de estos elementos continúan en las últimas entregas de la saga, pero las dimensiones míticas y arquetípicas han sido aplastadas por una ideología agresivamente feminista. Las preocupación principal de los creadores de la última Star Wars parece ser, no el viaje espiritual del héroe, sino la exaltación de las mujeres triunfantes. Todos los personajes masculinos de Los últimos Jedi son torpes, incompetentes, arrogantes o moralmente sospechosos; y todos los personajes femeninos son sabios, buenos, prudentes y valientes. Incluso Luke se ha convertido en alguien amargado y temeroso, que lleva el estigma de un profundo fracaso moral. Las figuras femeninas de Los últimos Jedi corrigen, humillan, controlan y se desesperan ante los hombres, que tropiezan en cuanto no reciben instrucción femenina” (Sic)

¿Cuál es el problema para considera la posibilidad de que una mujer pudiera ser una heroína?

Como un usuario en las redes sociales sobre el tema adujera: “Entonces imagino el obispo tiene serios problemas con el arquetipo de las princesas de Disney de los 40 a los 90? “ (sic)

Si nos vamos a ser críticos es muy claro que la constitución de la Iglesia Católica se estableció en el contexto judaico donde la mujer se le consideraba de naturaleza impía, que no tenía el derecho de leer la Torá ni entrar al templo asignándole para el culto un lugar segregado. Jesucristo vino a cambiar las cosas, pero no lo suficiente ya que el sacerdocio y la organización de la Iglesia quedó en manos de hombres, dejando a la mujer rezagada al servicio de los ministros del culto religioso.

Hoy día hay quienes reconocemos el papel de la mujer en la construcción de la sociedad. No es una situación donde un sexo, sea hombre o mujer, este encima del otro. Ni machismo ni feminismo radical. El tema debe ser una lucha social hombro con hombro para el bienestar común de la sociedad.

Es lo mismo que ahora está pasado en la política. Hace algunos años se presentó el caso de las juanitas. Así se les llamó a las diputadas mujeres que habían ganado un escaño y después de la victoria se les hacía renunciar para que los suplentes “hombres” asumieran la responsabilidad. Una forma de violencia política contra las mujeres.

Ahora se habla de la ley del 50-50 que obligaría a los partidos políticos a designar candidaturas a la mitad entre hombres y mujeres para los cargos de elección popular. De entrada, existe desigualdad en este proceso, ya que estamos observando que en el caso de los varones basta ser hombre para ser considerado, mientras que a la mujer si se les está exigiendo que tenga que demostrar capacidad, experiencia y compromiso.

Pero lo peor, es que el cálculo de los “machopartidos” (por decirlo de alguna manera) es enviar a las mujeres a los municipios o cargos donde se sabe no hay probabilidades de ganar. Así se cumple, por lo menos, para el proceso electoral la cuota de género asignada. Como resultado, la mujer queda relegada y segregada.

Por lo que vemos hay mucho que analizar y cambiar sobre el tema de la participación de la mujer en los diferentes ámbitos de la vida humana. Tal vez por ello sigamos justificando “la violencia contra la mujer” como un elemento cultural y consuetudinario en la sociedad.

AL CALCE. San Agustin afirmó “Todo el que cree, piensa. Porque la fe, si lo que cree no se piensa, es nula” … los paradigmas cambian con el tiempo. El problema es que los seres humanos no respondemos a tiempo.


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