SAN ANTONIO, TX - NOVEMBER 12: Singer-songwriter Juan Gabriel performs in concert at the AT&T Center on November 12, 2015 in San Antonio, Texas. (Photo by Rick Kern/WireImage)

Dos notas han dado el color a las noticias desde hace una semana. Primero la visita de Donald Trump a México y, por otro lado, la muerte de Juan Gabriel. Aunque ambas tienen ámbitos diferentes hay una un elemento en común entre ellas: la percepción de los ciudadanos.

Desde las primeras horas en que se conoció la visita del candidato republicano a México en respuesta a la invitación de Enrique Peña Nieto se escuchó un reclamo en las redes sociales. Al principio transitó el escepticismo por la apuesta riesgosa de ser primero Trump el que mostró interés por entrevistarse con Peña Nieto. La postura antinmigrante y los calificativos peyorativos en contra de los mexicanos no pasaban desapercibidos.

En argumento a favor de la visita es la gran probabilidad, ya no posibilidad, de que el excéntrico millonario llegue a ser el próximo presidente de Estados Unidos. Se entiende que es necesario establecer un contacto diplomático que permita defender los intereses de nuestro país ante la frontera. La dependencia social y económica es mutua entre ambas naciones.

Pero el encuentro no tuvo el efecto esperado, por lo menos de nuestro lado mexicano. Donald Trump es lo que es, y tal parece, que no va a cambiar. Se mostró tosco, envalentonado. Horas después de su encuentro al dar a conocer su discurso sobre migración se impuso su criterio hegemónico y vertical con respecto al muro.

Por su lado, la candidata Hillary Clinton inicialmente sorprendida no supo capitalizar el desdén de Trump en un primer encuentro con un jefe de estado. La política internacional se caracteriza por las formas y fondo de lo políticamente correcto que da sustento al trabajo diplomático. Más allá de la fobia contra Peña los Estados Unidos quedaron mal ante el mundo entero en caso de Donald Trump ganará la presidencia en noviembre próximo. Su actitud prepotente, e inclusive hitleriana, no un garante de confianza en el difícil tránsito de la negociación política internacional.

Sin embargo, por el cuestionamiento que se la hace a Peña Nieto se confirma una caída de picada en la confiabilidad a la figura presidencial. Parecería que la sociedad ha hablado y condenado al desprecio al Presidente.

¿Qué podrá pasar en el caso de que Donald Trump gane la presidencia?

Las encuestas están demostrando una caída de Hillary Clinton en las preferencias electorales. Aún falta tiempo para el proceso electoral. No olvidemos que en el 2006 parecía que Andrés Manuel López tenía asegurada la presidencia… por excesiva y soberbia en el triunfo lo condujeron a cometer errores de campaña y con el trabajo de “guerra sucia” desde el bunker electoral del equipo de campaña de Felipe Calderón condujeron al panista a la victoria.

Se ha confirmado que Clinton no viene a México. Parece que no le importa el voto de los mexicanos. Podemos especular que quiere aparentar dignidad ante la afrenta del presidente mexicano de darle al “enemigo” mayor preferencia. Cree tener seguro el voto latino y de los mexicanos. Pero no podemos pasar por alto que parte de la discriminación en Estados Unidos proviene de los propios mexicanos que, alcanzado la estabilidad del sueño americano, se convierten en obstáculos para dar oportunidad a nuevos migrantes.

Solo el tiempo y el resultado terminará dando a alguien la razón, porque hoy no hay nada escrito aún.

Por otra parte, la muerte de Juan Gabriel ha ocasionado una revolución en México en favor de la música popular que, gracias al talento y composiciones del “Divo de Juárez”, se consolida en nuestro país y traspasan las fronteras.

También tuvo un efecto en decisiones políticas y administrativas. Por un mal momento para aparentar cultura por encima de la emoción y sentimiento popular tuvo que renunciar el director de Tv Unam Nicolás Alvarado. Lo que dijo posiblemente podría ser parte de un análisis sobre la aportación o no musical de Juan Gabriel. Hay que reconocer que el arte es percepción donde no hay una regla general y universal para la valoración artística. Hasta la crítica más soez es una muestra de grandeza porque demuestra que hay algo que analizar, que tomar en cuenta, aunque un comparta el sentir de otros.

En el caso de Yucatán se tiene la percepción que comentarios insulsos y vertidos en una red privada le costó el cargo de Irving Berlín Villafaña. No era la primera vez que le salía la “cultura clasista” de quien tendría grande responsabilidad en el Ayuntamiento de Mérida en el 2017 con la denominación de Mérida como Capital de la Cultura Americana. Se está invirtiendo mucho como para dejar en manos de un insensible a la cultura popular. De quien no entiende los momentos.

No obstante, la decisión del alcalde no está únicamente fundamentada en sus dichos contra Juan Gabriel. Aquí hay una lectura política muy amplia que tiene que ver con la demarcación de la administración de Mauricio Vila con las estructuras que se consolidaron con el antecesor Renán Barrera. Pero en la percepción social lo que se tiene fresco es la “hueva” del funcionario de hablar sobre Juan Gabriel. Hoy tendrá mucho tiempo para seguirla echando.

En conclusión, tenemos que hacer conciencia de la importancia de la percepción que los ciudadanos con respecto a los hechos políticos y públicos. No es cabe desdeñar la importancia que hoy las redes de información, lo que se dice, se construye y también se nulifica a partir de la viralización de la noticia, del acto o del hecho público. Las fronteras los privado queda nulificadas y todo cabe en la posibilidad de cuestionar en las redes sociales.

No hay duda… vivimos cada día en una sociedad y en una democracia muy diferente.


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