Lo mismo debe suceder en la política y en el entorno social. Hemos
reconocido, por razones históricas, la existencia de una derecha, y en
contraparte, de una izquierda, que juntas conforman un sistema político
que debería estar engranado para un mejor funcionamiento en la búsqueda
de las soluciones y estrategias que ayuden afrontar los retos
cotidianos.

 

Sin embargo, la realidad supera la ficción. La polarización
política originada del radicalismo ideológico donde solo importan las
versiones parciales y personalistas impiden verdaderos puentes de
diálogo y debate de las ideas. Se pierde con ello la gran oportunidad
de llegar a los puntos medios o de equilibrio entre posiciones
encontradas y confrontadas en los fundamentos de la visión o proyecto
político.

 

La sistematización de la oposición sin argumentos de fondo, pero
lo que es peor, sin la propuesta que nos diga que hacer para solucionar
los problemas, es lo que nos caracteriza en México, con la consecuente
pérdida del tiempo en discusiones estériles.

 

¿Existe una forma de revertir la tendencia?

 

Creo firmemente en el poder del ciudadano que cada día toma más
conciencia de su papel en la construcción de la democracia. El mundo
globalizado en que hoy ya vivimos nos abrió muchos canales de
comunicación más accesibles al grueso de la población, que sin duda,
han creado una expansión del inconsciente colectivo más crítico.

 

Pero el problema es que no hemos el paso necesario hacia la
generación de propuestas con argumentos, con una visión de estado que
supedite los intereses personales y de grupos políticos para el
bienestar de los mexicanos en general.

 

Es muy fácil quejarnos, pero no hacer nada al respecto. Es muy
fácil decir lo que el gobierno no hace, sin que nosotros tomemos
acciones contundentes, pero apoyadas en la razón, para revertir los
efectos. La desidia y el conformismo debería ya ser valores culturales
reconocidos netamente mexicanos… aunque si queremos propiciar el
desarrollo debemos hacer que las cosas sucedan.

 

Aunque no queramos reconocerlo, el sistema político no ha
cambiado. Opera las mismas reglas donde solo el que tiene valor ante el
sistema es escuchado por el mismo. Hagamos que los ciudadanos seamos
escuchados en nuestras demandas ; por lo que nos enseño el gobierno del
supuesto “cambio” es que éste último no se encuentra en el sistema
político como tal, sino por el contrario, está en las manos de los
ciudadanos cuando nos decidamos a encauzar la energía social hacia la
demanda con responsabilidad en los argumentos. ¿Cuándo daremos ese
decisivo paso?

 

AL PUNTO. Por lo anterior afirmo que me gustaría ver a un Andrés
Manuel López Obrador mucho más propositivo con respecto a la Reforma
Energética y la polémica sobre si Pemex se privatiza o no. Ya no hay
variedad en sus discursos, siempre lo mismo contra Calderón, llorando
la presidencia que perdió por no ser inteligente para contrarrestar el
embestida del Estado, con un NO sistemático y agresivo hacia la
privatización de Pemex… pero hasta ahora no he escuchado ni leído ni
enterado como AMLO propone hacer mucho más eficaz y eficiente la
investigación, extracción y procesamiento del petróleo para el
beneficio de los mexicanos.

 

Ahora que están los foros de discusión sobre el tema, sería mucho
muy interesante ver al líder perredista en los micrófonos con
propuestas claras, de cara a la nación, ante sus simpatizantes y
detractores.

 

 ¿De qué sirvió tomar las tribunas y la movilización de calles si
no se toma seriamente el compromiso histórico y social para contribuir
al debate real que esas mismas acciones han provocado?

 

CON TODO RESPETO. La corrupción no solo debe definirse solo con la
apropiación de los bienes públicos para fines personales, sino más
extensiva hacia la carencia de valores y ética. En ese sentido,
Patricia MacCarthy Caballero, cumple con los dos elementos anteriores
de la corrupción. Hoy aspira a ser Consejera General de IFE cuando no
ha tenido la valentía de dar a conocer a los ciudadanos los detalles de
un viaje donde acompaño como asesora de César Bojórquez, cuando aún no
había tomado el cargo, pagado con el dinero del erario.

 

¿Vamos a consentir que se corrompan los ideales de una reforma
electoral que busca limpiar de partidismo comprometido la actuación de
los consejeros nacionales?

 

No sea incongruente, ni corrupta… Patricia, por dignidad, si es
que la tiene, o de la cara y despeje las dudas o simplemente si no
puede, renuncie. En Yucatán todos nos conocemos y sabemos muy bien
quién es usted.


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