Lo que inició a finales de la década de los 90’s de forma
lineal y unidireccional, la incorporación de los blogs o bitácoras
electrónicas, los sitios de internet gratuitos hasta los comerciales a muy bajo
costo de operación y mantenimiento, ha provocado un auge de cibernautas que los
usan para expresar al mundo lo que piensan y sienten del mundo. Cualquiera,
inclusive con poco conocimiento técnico pero si armado con las herramientas de
edición fáciles de usar, puede acceder a estas tecnologías y contribuir a
generar una conciencia colectiva.

Las redes sociales, la expresión de la Web 2.0, se han
transformado en un área de interconectividad entre millones de usuarios. Se
comparten ideas, sentimientos, expresiones, pensamientos, e inclusive,
relaciones amorosos que abren una nueva forma de interactuar entre todos los
individuos.

Sin embargo, de manera proporcional se empieza a descubrir
que lo bueno se convierte en malo, cuando sin ningún principio ético y moral,
estas herramientas se usan en contra de una persona, grupo o idea en
específico. Así como hay mucha información útil, la hay tendenciosa, facciosa,
parcial, calumniadora y difamatoria. Mucha información basura que en lugar de
propiciar un buen análisis de la información confunden a las personas.

Sistemas de información nacen y proliferan escudados en el
anonimato siendo mucho más fácil golpear escondidos. Sin confirmar notas, sin
verificar los hechos consumados, sin importar que se les sea cuestionada su
credibilidad, publican cuanta nota les da en gana.

¿Podemos confiar en esos medios? ¿Podemos asegurar que su
comportamiento resulta ético, moral de acuerdo con los principios de la investigación
periodística?

Pseudo periodistas y pseudo medios de comunicación que
surgen dentro del mundo global sin ningún control, sin principios ni ética ni
moral. No hay manera de regular lo que ahí se expresa. No hay registros ni
bases de datos que nos ayuden a deslindar responsabilidades. No hay mecanismos
que nos permitan valorar la credibilidad de información.

La consideración y evaluación de los mismos queda en la
capacidad crítica de los usuarios que acceden a la información. Lo malo es que
no se ha enseñado a la gente las habilidades interpretativas.

Es una realidad que debemos ser conscientes en el mundo
global que vivimos. Un mundo donde es fácil enviar un correo electrónico o
publicar una página web o blog con difamaciones y calumnias. Donde muchos se lo
creen en primera instancia y partir de ahí se generan las psicosis y las
paranoias en un caso extremo como sucedió en días pasado en Mérida.

Si bien es una expresión de libertad de pensar y de opinar
no debería haber derechos sin cumplir con la responsabilidad. Pero también un
llamado a todos los usuarios de la red a abrir realmente nuestra capacidad
crítica que cuestione la credibilidad de la fuente, y en caso, de descubrir
inconsistencias, juzgar lo que ahí se publica.

 


Espero que esta publicación sea de tu interés. Me gustaría seguir en contacto contigo. Por lo cual te dejo mis principales redes para dialogar y comentar los temas de interés para la sociedad y nosotros.