Hoy, decir gracias o saludar, puede ser muestra de un atrevimiento o rompimiento de esquemas. Nos subimos al camión, pagamos nuestro pasaje, pedimos a gritos nuestra parada, y en el mejor de los casos de recibir un buen servicio, nos bajamos sin decir nada. Solamente en el caso de no estar satisfechos o sentir que el servicio fue deficiente, entonces pronunciamos los improperios adecuados para el caso.
También cuando caminamos por las aceras, difícilmente nos atrevemos a decir: buenos días o tardes o noches, según sea el caso. No queremos importunar como tampoco deseamos que nos importunen a nosotros mismos. Solamente cuando la cara es conocida, entonces si existe el saludo, y por que no, una plática cordial. Pero con extraños, extraños somos.
No pretendo analizar causas y por qués, como tampoco establecer culpables. Más bien un llamado a quitarnos el miedo para decir: buenos días o lo que aplique al caso, como también, gracias. Rescatemos la cordialidad y amabilidad que nos caracteriza.

PD. Ya escrito al anterior pensamiento, leo el Diario de Yucatán y me enteró del caso del Sr. Refugio Cahum Puc de 80 años multado por decir “buenas tardes reina” y al molestarse la aludida lo demandó a la Policía Municipal de Espita.

 


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