Fueron una buena oposición. Convencieron con la palabra y la promesa
de gobierno con valores y ética política, ajenos a la corrupción y al
tráfico de influencias, sin usar los recursos del poder para el
beneficio personal, individualista o de grupo. Se les creyó y se les
permitió llegar al poder con la esperanza que los vicios nacidos de las
delicias de poder sean erradicados del sistema político.
Pero en la verdad de los hechos, el PAN se identifica con una
presidencia malograda por la desfachatez del primer Presidente de
extracción panista, Vicente Fox Quesada, que privilegió la nota jocosa
por encima de la responsabilidad histórica de asumir un compromiso a
favor del desarrollo económico, social y político de México; con un
patricismo, en el caso de Yucatán, que como “club de Toby” se encerró
en sí mismo, para sólo el beneficio de quienes pertenecían a él. No se
escatimó con los recursos del Fonden para comprar votos y alterar la
conciencia y decisión de ciudadanos en diferentes elecciones federales
y estatales, inclusive, internas del partido político. Los grupos de
poder interno operaron para descalificar la crítica interna, expulsar a
los disidentes con procesos amañados y fraudulentos.
¿Cómo es posible hablar hoy de principios cuando en el Ayuntamiento de
Mérida existe un director de la juventud, ex dirigente estudiantil,
conocido por miles gracias al Youtube por el vídeo donde departe con
una prostituta y se burla de sus representados, embriagado y con
palabras altisonantes?
Situaciones muy difíciles, inexplicables e injustificables. Más para el
panista que ha presumid de pulcritud e integridad personal en el
funcionario público. Esto no es ajena a la ciudadanía que salió a votar
con la decisión muy clara de no a favor de Acción Nacional. Porque no
ha sido una elección de Estado, como algunos panistas dirigentes
quieren hacernos creer. No olvidemos que ya el PAN se había enfrentado
a muchas elecciones de Estado, y al final, las ganaron con toda y la
maquinaria lista y aceitada a favor de los candidatos oficiales.
El pueblo, en estas elecciones, nos ha enseñado que no es tonto. Que
tiene criterio y posee una conciencia colectiva crítica y propositiva.
No se repartieron tantas tortas, ni jugos, menos acarreos masivos, ni
compra de votos que todos los partidos contendientes hayan hecho a su
favor. La simple diferencia de votos, más de 50,000 en Mérida,
considerada como un bastión inquebrantable del panismo, nos dice que la
gente no avala lo que le sucede al PAN como gobierno y como partido.
El PAN lo está perdiendo todo. Sólo falta que dentro de unos meses más,
la joya política de Yucatán, la Blanca Mérida, después de 20 años en
poder de los panistas termine cambiando a favor del Partido
Revolucionario Institucional. Su alcalde César Bojórquez Zapata lo
sabe, los panistas lo saben, la gente lo siente… porque el PAN está
hundido y colapsado.

 


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