Solo así se explica el cómo entender el proceso de duelo que vivimos con la derrota de la selección nacional y su salida del mundial. Nos enojamos, nos desilusionamos, mentamos la madre… pero después de pasados algunos momentos, la sangre recupera la frialdad. La vida continua, queda prepararnos para un nuevo mundial. La pasividad hace recuperar la calma. No importa que se continuara arrastrando errores, que las cosas aún con todo lo que suceda no cambien.
Lo que pasa en el campo de la cancha es paralelo en otros campos de la vida social, económica y política del país. Solo así se entiende que la esperanza del cambio se diluyera en los grupos de poder, que usaron ese cliché para convencer hacia una causa que hoy parece perdida y extraviada en “luchas”, según justifican, para recuperar la seguridad y la tranquilidad de todos los mexicanos.
De este modo, quien termina perdiendo es la sociedad. Lo que más se lastima es el valor de la democracia como fundamento del sistema político. Eso es mucho más grave que los ataques de la delincuencia organizada. Ésta nunca se va a acabar, ya que por siempre, por la misma naturaleza imperfecta de la humanidad, existirá. Pero si la sociedad no confía, no habrá ni instituciones ni instrumentos jurídicos que sean capaces de controlarla. La función primaria del derecho, el orden, que lleva a la seguridad y el bienestar social, no se cumplirá y la anarquía será la consecuencia visible e inmediata.
No es apocalipsis, ni tampoco quimeras, ni cartas, ni tarot, mucho menos alguna interpretación de cuartilla de Nostradamus. Es tomar la realidad objetiva. Es no olvidar que el pueblo confió hace 10 años para ejecutar una transición que ya quedo frustrada, porque en verdad nunca empezó.
Este 2 de julio estamos a 10 años de la elección histórica cuando los ciudadanos fuimos masivamente a las urnas para darle la confianza al primer presidente de oposición, y con ello, buscar consolidar la vida democrática institucional del país.
¿A una década cuáles son los resultados positivos que han obtenido de este proceso?
El Ing. Cuauthémoc Cárdenas lo expresa con mucha claridad: en algunos aspectos no hay avance, pero en muchos otros hay más retroceso.
Si observamos más de cerca, sin “apasionamientos políticos” fácilmente nos percatamos de la desigualdad social continua con un modelo económico que privilegia al más poderoso, a la oligarquía económica, sin incentivar la economía doméstica con empleo e infraestructura en los servicios públicos. La inseguridad que ya siembre la zozobra, la incertidumbre y el miedo en los ciudadanos y a las instituciones de gobierno. No se cumplido el compromiso de limpieza en los proceso electorales, como tampoco, se ha consolidado la distancia sana entre partido de gobierno y el gobierno mismo.
AL CALCE. Ahora Yucatán vive un proceso de transición política importante con el arribo del PRI en los diversos niveles de gobierno en la entidad. Ya no es tiempo de la experimentación, mucho menos del trabajo político, sino de los resultados en las acciones que nos ayuden a los yucatecos a consolidar el desarrollo económico, social y político. No se olviden todos, que los ciudadanos tenemos un instrumento muy valioso en el voto al momento de evaluar y tomar decisiones políticas. Somos una entidad que ha vivido al democracia plena, al alternancia en el poder, la competitividad partidista… ahora es momento de las acciones y políticas de gobierno que atiendan las áreas que fueron abandonadas.

 


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