No hay
duda que el PAN cada día ha perdido mucho. Primero la mayoría
legislativa que le permitía "gobernar" en el Congreso de la Unión. La
euforia de Fox le permitió a Patricio Patrón Laviada, en coalición con
el PRD, lograr la primera gubernatura panista en la entidad. En las
elecciones federales intermedias pasadas perdió las cinco curules,
inclusive en territorio eminentemente panista. En las elecciones
estatales pasadas, igualmente sufrió derrotas en importantes municipios
donde se incluye a la joya de Yucatán, la capital Mérida, que durante 20
años estuvo en manos del panismo. Lo último fueron las comisarias,
donde sin ser una elección de naturaleza partidista, ganó gente que
simpatiza con el Partido Revolucionario Institucional; y por más que los
medios afines al panismo intentaron sembrar la duda en el proceso,
nunca se presentaron pruebas contundentes que efectivamente provoquen
incertidumbre sobre los resultados obtenidos.

¿Qué más le puede pasar al PAN?

Al
parecer no vamos a esperar mucho tiempo para ser testigos de la abrupta
caída del partido que sin ser el cambio prometido al llegar al poder se
ha servido a sí mismo. Tanto que se empachó de poder que hoy está en
estado de descomposición.

Por lo menos ya hay dos cabezas que se
disputan el liderazgo en el entorno político local. Por un lado,
Patricio Patrón Laviada, ex gobernador y Procurador Federal para
Protección del Medio Ambiente más por amigo del presidente que por
méritos académicos o ecologistas por lo menos para desempeñar ese cargo.
Por el otro lado, Beatriz Zavala Peniche que no logra entender cómo se
pudo perder la elección si tenía todo el apoyo de la federación con
programas sociales a favor de su triunfo electoral.

El primer
zarpazo de que hay cosas extrañas que deben ser leídas con mucha
minuciosidad fue una nota de Patricio Patrón Laviada en el Diario de
Yucatán el pasado domingo. En ésta, el ex gobernador, justifica que en
un régimen de gobierno panista los puestos de la administración pública
estén en poder de miembros blanquiazules. Lo anterior no es nota, ya que
en un sistema político que no ha privilegiado la carrera profesional en
el ejercicio público, los puestos de confianza están más al capricho de
los jefes, gobernadores y del mismo presidente de la república. No
venga a decir hoy el ex gobernador que su puesto se debe por méritos
ecologistas, por favor, no caigamos en cinismo profundo.

Pero lo
substancial en la nota, es el reconocimiento de Patrón Laviada a
diferencias que mantiene con la actual dirigencia panista encabezada por
Magaly Cruz Nucamendi. Hoy diputada plurinominal que no le importó
desplazar de esa posición a Salvador Vitelli, el contrincante en la
interna panista de Beatriz Zavala. Magaly, que entra al PAN gracias al
apoyo de Ana Rosa Payán, que inclusive se le vio en aquellos mítines
frente a Palacio de Gobierno con simpatizantes de la contadora cuando
denunciaba el fraude y la compra de votos, después de olvidar a quien
mucho le debe, no le importó qué la segunda saliera del PAN, y mucho
menos, que ahora que pide su reingreso, a satisfacer satisfactoriamente
esa demanda.

Es así como se hacen las cosas dentro del PAN. Un
partido que logró escalar desde la oposición el acceso al poder. Que no
ha sabido imponer un liderazgo que una y construya en torno a un
proyecto de nación con verdaderos cambios estructurales al sistema
político. Como me dijo un amigo, hijo de connotado panista que ya no se
encuentra físicamente entre nosotros, no es cuestión de lo que se ha
hecho para servir desde el poder, sino servirse con el poder; por lo que
se pierde la dirección, el sentido, se privilegia el interés personal
por encima del bien común. Como consecuencia se hacen evidentes las
fracturas entre los miembros.

Sabemos muy bien que dichos
escenarios de enfrentamiento los encapsulan en la justificación de que
son expresiones democráticas dentro del partido. Sin embargo, la falta
de disciplina que surge de la carencia de respeto hacia los liderazgos
con la incapacidad de encontrar los medios de solución de los
conflictos, ya provocaron resultados adversos. Lo malo es que en lugar
de dirigir sus energías hacia dentro del partido, el perfil opositor los
desvía hacia la confrontación directa con los que considera sus
enemigos, sin darse cuenta que éstos no están en la calle, sino que los
verdaderos, los capaces de destruir lo que aún les queda, están dentro
del mismo. 


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