Me imagino que es la misma pregunta que se han hecho Javier Sicilia, por ejemplo, al igual que todas las madres, esposas e hijos de quienes de forma inocente hoy son parte de los efectos colaterales en la lucha contra de la delincuencia organizada.

Me pongo a pensar en lo que sería la consecuencia de que proceda, así como se ha criticado por las organizaciones civiles, una ley para la seguridad con el enfoque de un Estado coercitivo y no preventivo, mucho menos respetuoso de los derechos humanos y las garantías constitucionales.

Es ahora que entiendo el planteamiento de Javier Sicilia y los demás ciudadanos que se atrevieron a encarar el sistema al demandar más compromiso de todos los actores polìticos. La urgencia de cambiar el rumbo de la política de seguridad emprendida en este sexenio. No es posible que este hecho denunciado ahora por el poeta Efraín Bartolomé sea calificado un hecho colateral más… ¿cuántos más hechos se requieren? ¿cuánto más será justificable la violación a la tranquilidad, la armonía y la paz social?

Hoy el Presidente debe una disculpa a Efraín como a Javier Sicilia, y a todas las familias, y a cada uno de los mexicanos. Una disculpa que se acompañe de la rectificación del cambio y rumbo de su polìtica de seguridad. El mismo ha reconocido que corre el riesgo de ser más conocido como el “presidente de las 40,000 muertes”. Yo creo que si hace un alto en el camino, sin dejar de mirar atrás emprende un nuevo camino, la historia lo podrá reivindicar no sólo para su bien, sino de todo el país.


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