Viene la cinta a poner en la mesa de la reflexión la importancia que debe tener la familia para un político, que de forma extensible se podría aplicar por analogía a cualquier realidad profesional. En la dinámica actual de la sociedad que exige al profesionista un elevado compromiso hacia la tarea, es fácil no encontrar los espacios necesarios para la convivencia familiar. De ahí, surge el distanciamiento por el olvido de lo que debe ser no sólo lo más importante, sino también, lo primero.

Si regresamos al contexto de la política por la película, cuando estamos ante una sociedad que desvaloriza lo que hace digno a la persona humana ¿qué tipo de líder se requiere, para la presidencia, que fortalezca los valores esenciales, humanos y sociales?

Ella y el candidato es una propuesta sana para ese análisis, con un manejo de acciones que no dejan la oportunidad de despegarse de lo que en la pantalla los personajes interactúan.

No se escapa lo intrincado del juego político, las negociaciones, el juego sucio de la política, lo que sucede dentro de la intimidad de los cuartos de guerra de los candidatos. Pero sobretodo, cómo la veneración hacia la imagen logran trastornar la escala de valores del candidato, sin importarle que con ello se conduzca a la desintegración de la estructura familiar.

Trascendente el papel del tío, el último papel del actor Jorge Lavat, que por la experiencia se convierte en la conciencia de lo bueno, que no sin dolor ha logrado cimentar la fortaleza de lo importante y lo valioso.

Al final el dilema se resolverá cómo debe ser, de acuerdo al orden ideal y natural de las cosas. Una invitación para que no nos agobien los hechos de la vida para regresar al hogar, ahí donde siempre nos esperan cuando somos capaces de perdonarnos a nosotros mismos, la única forma realmente de salvar no la vida, sino el alma.


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