Lo incongruencia de la actuación de los órganos electorales es la pasividad que han asumido en las horas posteriores al conocimiento de la declaración presidencial. No así con un caso reciente, donde un ciudadano, Rafael Márquez, que sin mayor interés que sólo hacer protesta ante los problemas del país, por usar un logotipo del PRI en un evento que se transmitió a nivel nacional fue multado, supuestamente por haber con ello influenciado en las elecciones locales de Michoacán, donde por cierto perdió la hermana de Felipe Calderón.

¿Estamos ante el intento descarado de la acción presidencial ejerciendo su poder para hacer de las instituciones electorales, como el IFE y la FEPADE, sus brazos políticos para asegurar el triunfo del PAN?

Lo declarado por Felipe Calderón el jueves pasado no es un error o equívoco. Sabía perfectamente, por que así lo había previsto, que se haría revuelo con su declaración. No importaba usar una encuestadora desconocida por todos. Lo importante era incentivar a sus copartidarios a sumarse y esforzarse en torno de la candidatura de Josefina Vázquez Mota, que a decir de él, ya mero le alcanza al primer lugar, a Enrique Peña Nieto.

Para entender la magnitud de la acción, no podemos desvincularla de todas las acciones de gobierno. De las decisiones antes y ahora en torno al proceso electoral. El cambio en la FEPADE para poner a un hombre de su confianza. La publicidad que sin decir nombre queda claro que se dirige al público electoral para hacernos vender la idea de que con el PAN nos va a ir bien, vamos a vivir mejor

Una manipulación muy sutil e inteligente dentro de los bordes que la ley permite. Lo importante es no perder la elección. No ser el presidente que tenga que pasar a la historia como aquel que regresó la presidencia al PRI, a aquel partido que representa, a decir de los panistas fundamentalistas y radicales, el retorno al pasado.

En otro contexto, ajeno por lo menos al mexicano, el presidente es un ciudadano más que puede entrar a ser parte activa de un proceso electoral. Pero en la historia de nuestro país, aquella de la cual se intentan sustentar mediáticamente los panistas, la acción deliberada de la presidencia en la manipulación de un resultado electoral es algo deshonesto, ilegal, inequitativo e imprudente. ¿Cuántas veces no criticaron y lucharon contra el dedazo y la imposición no sólo de candidatos sino de los resultados ganadores en una elección? ¿Puede algún panista justificar la legalidad, la equidad y la justicia en el comportamiento proselitista e impositivo que nos ha demostrado Felipe Calderón?

Por lo menos ya logró imponer a Ernesto Cordero en la primera posición al Senado. El que nunca contó con siquiera un poco más del 30 por ciento en las preferencias electorales internas en la población en general. A su hermana, para que todo quede en familia, sin importarle que existan grabaciones que por más se intente desviar la atención en la ilegalidad de su obtención, el hecho en sí demuestra que se usaron recursos públicos para influir en las elecciones estatales de Michoacán, donde a pesar de ello se perdió e históricamente el PRI gana.

Todo esto dentro de un periodo de supuesto silencio electoral. Todavía no estamos en lo duro de la campaña y ya el presidente Felipe Calderón la ha calentado hasta un punto supuestamente máximo.

Tengo la confianza que ya hay más ciudadanos con conciencia critica que se da cuenta de esta situación, del contexto y la repercusión de las decisiones del actual gobierno encabezado por Felipe Calderón Hinojosa. Muchos que apoyaron el hecho de que se dejará tomar protesta después de elecciones denunciadas como sucias e ilegales, y que con el correr de los años, de los hechos y resultados, esas acusaciones cobran sentido.


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