En la últimas dos décadas, a partir de un despertar de la conciencia colectiva del pueblo, se necesitó de un cambio, de un giro en la vida política del país. Los partidos políticos tuvieron que abrirse a la sociedad y a la vida institucional de la nación. El mexicano, por su parte, se dio cuenta que era necesario para el país la alternancia en el poder.

En este período resultó significativo que existieran elecciones con resultados diferenciados. Por un lado se ganaba con un partido, mientras que en otro nivel de gobierno, el voto era para el contrario. Se creía que con ello se mantendría un mejor control del interés público.

En estos días vemos que tal apreciación no tuvo un verdadero impacto en la toma de decisiones en la vida política. Es bien sabido que hoy los partidos políticos contrarios han sido un obstáculo para la negociación y la búsqueda de la coincidencia que se traduzcan en beneficio social.

El cambio esperado para el 2000 en realidad nunca llegó. Los mexicanos podemos estar conscientes de que el sistema de fondo no pudo modificarse. ¿Falta de voluntad? ¿Incapacidad para realmente concretar las reformas estructurales del Estado?

En sentido práctico hoy tenemos las mismas instituciones que fueron creadas antes del 2000. Algunas con mejoras, otras en plena decadencia. Hasta cierto punto resultado de la ideología política llevada a la práctica por el partido gobernante. Así podemos darnos cuenta que se mejoraron procesos administrativos en el manejo sistemático de cuenta pública, sin embargo, esto no significó que disminuyera la corrupción en la asignación de contratos en obra pública, como tampoco el desvío en los fondos públicos.

En verdad se ha criticado que durante 70 años existiera un sólo partido de gobierno. Lo que hoy gobiernan y no pretender dejar el poder insisten en que no debemos regresar a ese periodo de ofuscación política. Sin embargo, tampoco los mexicanos les dimos la confianza al panismo para que desde el 2000 se perpetuará en poder. La alternancia significa gobiernos de uno, y en otro momento, de otro color.

La clave de la alternancia en el poder es la capacidad que se tenga de monitorear, vigilar y negociar con la clase gobernante en turno de que las acciones se traduzcan en beneficios sociales.

Quien hoy apuesta que sólo en un color se encuentra la solución a los problemas del país es caer en el absolutismo que es contrario a la tolerancia y la coincidencia, valores fundamentales de la democracia, tal y como mencione al principio de esta reflexión.

Es por ello que entendemos que aún con las descalificaciones, la manipulación de verdades a medias, la explotación y mediatización de las manifestaciones contra un candidato, no han servido para bajarle los puntos que lleva en la delantera de la sucesión presidencial.

Los mexicanos parecen estar convencidos de que es necesario un cambio en el gobierno federal. Una oportunidad para vivir la alternancia plena y democrática. Los fanatismos que creen que con la manipulación de la verdad impedirán la libre elección del pueblo, no sólo se equivocan sino que polarizan y dividen a la sociedad. Esos son los verdaderos obstáculos y peligros para México.


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