mexico2012La historia transcurre en etapas que corresponden a las circunstancias del contexto y de los sujetos que responden a aquél. La evolución hacia una democracia cada vez más plena desde que somos independientes ha pasado por la sangre de miles de mexicanos, que motivados por las divergentes visiones, se han enfrentado y causado un clima de inseguridad e inestabilidad que es factor para el pobre desarrollo social, político y económico.

Después de la revolución social mexicana que puso en la conciencia política del mexicano los derechos sociales tuvo que esperar la institucionalización en el ejercicio del poder, para que de ese modo, con estabilidad política se iniciará la consolidación de un marco jurídico y sus instituciones que dieron viabilidad al país. Sin embargo, como consecuencia de controlar la divergencia se reprimió la expresión libre de las ideas. El sistema, consecuentemente, se caracterizó por su hegemonía, verticalidad y supremacía por encima de elementales valores democráticos.

A finales de los ochentas se experimentó una nueva etapa con el agotamiento de ese sistema hegemónico y la consolidación, en contraparte, de una oposición que se decía más pulcra, digna y fuera de los actos antidemocrácticos que denunciaban de aquellas autoridades establecidas. Como resultado el régimen no aguantó más y tuvo que cederse el poder a la esa oposición.

Han sido ya 12 años en dos gobiernos panistas. Desde antes ya los mexicanos tuvimos la oportunidad de saber cómo se transformaron de sus propuestas de campaña una vez que se constituían como gobiernos , lo que hicieron o no hicieron. A la par, y como un factor para el arribo de la oposición al gobierno, los procesos electorales se fortalecieron junto con las instituciones se logró dar la certidumbre, la legalidad y imparcialidad a la decisión que emiten los ciudadanos en las urnas.

Hoy a iniciado un nuevo gobierno con el liderazgo de Enrique Peña Nieto. Un joven príista que alcanzó el triunfo electoral con una gran diferencia de su más cercano competidor.

El proceso de transición entre el gobierno saliente de Felipe Calderón y el entrante se ha calificado de forma legal, ordenada y transparente. Los actores políticos lo han entendido, hasta una sección del PRD que comprende que es momento de que ninguna fuerza puede gobernar, por sí misma, al país.

En la realidad cotidiana la sociedad mexicana está muy golpeada por las decisiones de la anterior administración por luchar contra la delincuencia organizada, aunado a la poca rentabilidad económica que no es entendible cuando se habla de indicadores macroeconómicos favorables. Aspectos que se ponderan de tal manera que es difícil darse cuenta de otras acciones de gobierno que si resultaron positivas.

Seamos claros y contundentes: la polarización política tampoco ha ayudado a establecer confianza al ciudadano. Nunca la violencia, sea física o moral, se justifica como un medio para la lucha de ideales políticos. Hemos avanzado mucho en la creación de leyes e instituciones para que ahora queramos imponernos con el uso de la piedra, alterando la paz y la armonía social, atacando a negocios ajenos al conflicto, ni los insultos y en enfrentamiento con los cuerpos de seguridad. Debe imponerse la razón, la argumentación y la fuerza de la ley y la institución.

El discurso que enunció Enrique Peña Nieto no fue retórica incomprensible. Fue sumamente claro en cuanto a los ejes de gobierno y las 13 decisiones donde anuncia programas y acciones de gobierno que recogen las necesidades y el sentir de miles de mexicanos.

Como visión es normal que sea ambicioso. Mal haríamos en un programa si no tuviéramos ansías de superar los obstáculos, de pensar que si podemos hacer las cosas, que tenemos la capacidad, que contamos con los recursos, el compromiso y la creatividad para lograr el cumplimiento de las metas. Es por ello que el gobierno empieza bien. Marca claramente las metas, y además, compromete a las fuerzas políticas entorno a los puntos centrales.

El Pacto por México es un gran avance. No sólo es por el reconocimiento de un régimen político, sino como bien decía Jesús Zambrado, presidente del PRD, elegir por México, por el país, por la satisfacción de las necesidades elementales.

Por lo que creo que México ha entrado a una nueva etapa de su historia y en la democracia. Se cumple la profecía de los mayas en cuento se acaba un ciclo más de la historia de este pueblo. México toma hoy un rumbo a la transformación, a la innovación, creatividad y competitividad. Como cualquier otro camino, no estará exento de nuevos retos y obstáculos, pero ya no hay tiempo para ver atrás, sino sólo pa’adelante. Al tiempo.

AL CALCE. Hace 12 años se creía muerto para siempre al PRI. Hoy a regresado a Los Pinos por la puerta en grande, ganando un proceso electoral que por más cuestionamiento no se pudo demostrar el fraude generalizado que aducían. Es claro que su regreso abre nuevos horizontes para todas las fuerzas políticas, ya que cualquiera podrá gobernar al país. Eso conlleva a ejercer una mayor responsabilidad para realmente sentar las bases de gobernabilidad en la nación. De este proceso sin duda podemos salir ganando los ciudadanos. Lo último dependerá de la forma en cómo nos organicemos, exijamos y luchemos para hacer concreto en la decisión política lo que nos conviene como nación, sin gritos, ni insultos, sin piedras, ni ningún acto violento.


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