maestrosUna de las realidades que ha quedo firme con la actual Reforma Educativa es la importancia que se le da la EVALUACIÓN EDUCATIVA como una herramienta poderosa para el mejoramiento de la educación. En un sentido amplio una evaluación es el medio para obtener de forma sistemática información sobre un proceso específico con la intención de emitir juicios de valor sobre los hechos y resultados obtenidos. En la educación, la evaluación no se limita sólo a la valoración del aprendizaje que alcanza un estudiante, sino también a todo el proceso educativo, que incluye los procesos administrativos, de planeación e inversión. El fin último de cualquier proceso de evaluación es lograr obtener datos que permitan tomar las mejores decisiones para mejorar el proceso.

Siempre la educación ha sido evaluada. De hecho ha existido un Instituto Nacional de Evaluación Educativa que ha sido dependiente de la autoridad educativa. Con la actual reforma, dicha instancia obtiene su autonomía de gestión, decisión y técnica, se eleva a rango constitucional como otras instituciones garantes de la legalidad el Estado Mexicano como lo son el Banco de México y el Instituto Federal Electoral. Se le despoja, con ello, la dependencia con el régimen político gobernante y de las ataduras al sindicato. Como resultado se espera mayor objetividad, certeza y legalidad de los resultados que se obtengan de los diversos sistemas de evaluación que sea de su competencia.

¿Es esto ir en contra de los derechos laborales y la estabilidad de los maestros?

Es muy claro, quienes estamos involucrados en el ambiente educativo, que en el campo laboral magisterial podemos encontrar dos tipos de maestros. Aquellos que tomaron la decisión de estudiar la carrera normalista por los evidentes atractivos que tiene se tiene: una estabilidad laboral al pertenecer al sistema, el chequecito que siempre llega puntual, una jornada laboral disminuida con respecto al tope establecido por la ley, muchos días de vacaciones, puentes y recesos. Estos maestros toma poca seriedad de su compromiso de mejora docente.

Pero también hay quienes deciden superarse y voluntariamente entran en lo que se llama Carrera Magisterial. Dicho esquema de promoción docente motiva a los maestros a estudiar, capacitarse, a preocuparse de los resultados que tengan sus alumnos en las pruebas generales como PISA o ENLACE. Estos maestros saben lo que es evaluación constante al participar en las diversas jornadas de evaluación nacional que se convocan año con año.

Yo creo que estos últimos no tendrían ninguna dificultad para entender el esquema de evaluación que ahora se propone para la educación.

Quien hoy pretenda decir que la evaluación educativa es contraria a la procuración de cumplir con los fines educativos de un proceso o sistema educativo, es caer en el pensamiento retrógada que obstaculiza el desarrollo y no permita la consolidación de la educación.

Es claro que se requiere que los maestros le tomemos un sentido de superación en la vida profesional que nosotros mismos elegimos. Es decir, que sea la evaluación la oportunidad de mejorar nuestro propio desempeño. Al final, somos los maestros los constructores de una mejor sociedad. Sobre nuestras manos descansa consolidar la formación de las nuevas generaciones de mexicanos, a lo que es válido cuestionar ¿qué tipo de país es el que queremos heredar a nuestros hijos?

La cultura del conformismo, de lo que coloquialmente llamadas “la hueva”, del mejor quietecitos que estar dinámicos… es mucho de lo que caracteriza a lo podríamos llamar la cultura docente imperante en nuestro sistema educativo.

Tener una posición más proactiva a favor de la educación que conlleva a la aceptación de los cambios que viene y que son necesarios, tampoco significa renunciar a los derechos laborales. Hay reglas que sabidas su correcta aplicación, fundamentadas y motivadas a las situaciones específicas son esenciales para que no se atente contra lo que a derecho corresponde. Ahí tenemos los principios de la no retroactividad de la ley y el principio laboral que afirma que “la costumbre se convierte en ley”. No es intención de este análisis el explicar con detalle el efecto de los anteriores preceptos jurídicos en el campo laboral del magisterio.

Lo que si es cierto son dos cosas: (1) la ley si protege al trabajador de arbitrariedades en la aplicación de la misma, y (2) hay que cambiar la actitud imperante en la cultura docente conformista.

La primera se resuelve con una buena asesoría jurídica. La segunda… depende de los maestros, pero si no tiene ninguna intención por asumir otro compromiso, que dejen el camino abierto a los que si quieren trabajar a favor de una mejor sociedad.


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