formacionabogadoEl abogado es el intérprete de las leyes y el que hace posible la libertad.

Anónimo

En los últimos 10 años se han dado diversas reformas en diferentes marcos legales del vasto orden jurídico nacional, estatal y municipal. De facto existe una reforma estructural de las leyes que rigen a nuestro país. Esto provoca que quienes ejercen la profesión de la abogacía que día a día requieren renovar sus conocimientos, desarrollar nuevas habilidades, y también, acomodar sus actitudes con los principios éticos y morales que surgen como elementos esenciales en el intento de procurar consolidar la justicia que conduzca a la paz social.

Tenemos no solo el caso de los juicios orales en materia penal, sino otras materias legales cuyos cambios se están dando a una gran velocidad que éstos no alcanzan a la aula formativa de futuros abogados. Por ejemplo, los que apenas hace 3 años estudiaban el Código Civil de la entidad todavía tienen frescos los conocimientos en cuanto a los procedimientos de divorcio y las causales en el caso de la vía judicial, y que hoy, en algunos días han desaparecido de lo que ahora se llamará Código Familiar de Yucatán.

Otro ejemplo, aún en análisis, se encuentra la Ley de Amparo. Quienes aún la están viendo en el salón de clases en este mismo curso escolar, lo más seguro es que terminen ajustando, si les queda tiempo, el contenido para analizar lo que viene con la reforma a este marco legal. Como también ha sucedido con los cambios a la Ley Federal de Trabajo.

Esto nos lleva a la presunción de que un buen abogado nunca deja de estudiar para estar plenamente actualizado en cuanto a las modificaciones sustanciales que ahora se dan en materia legal. No es cuestión de que antes no existiera dicha presunción, sino que ahora recobra una mayor fuerza, ya que no sólo es cuestión de estar enterados, sino también de desarrollar las habilidades y participar más activamente en hacer valer opiniones ante las inexactitudes que caen quienes reforman la ley sin saber, ni conocer o que nunca han aplicado en un proceso legal.

Seamos conscientes que la tradición escrita de la ley que nos heredaron el sistema jurídico latino hacen que la codificación de la misma sea vasta y extensa. En su interpretación es imposible sólo recurrir a la ley específica de la materia que ocupa un asunto jurídico. Es necesario atender a la integralidad del marco jurídico para realmente hacer una interpretación efectiva de la aplicación de la ley en casos particulares, considerar la afectación de una ley con otra, así como atender debidamente las lagunas de la ley que surgen de procesos legislativos apresurados y sin mucha capacidad de análisis de todos los efectos jurídicos de un cambio o de una nueva ley.

Lo anterior es una habilidad necesaria para considerarse en la formación de los futuros abogados. La gramaticalidad con la cual algunos asumen la interpretación resulta difícil por la complejidad del sistema jurídico mexicano. Quién conozca y tenga esa habilidad de saber aplicar la supletoriedad legal ante las lagunas o interpretaciones equívocas dará los mejores resultados en los casos que analice.

Algunos dirán que las nuevas tecnologías de información facilitan el trabajo de estudio y de investigación legal; sin embargo, albergó dudas ante el evidente analfabetismo funcional de quienes usan dichos medios pero que son incapaces de entender los textos o las intenciones comunicativas de los mismos, aspectos relevantes para la mejor comprensión e interiorización de las ideas.

Por ello los planes de estudio deben de cambiar, de modificarse a la luz de las habilidades de conocimiento y competencias comunicativas y de interpretación que ya no son ajenas a la formación del abogado. Se hace imprescindible que esas competencias comunicativas se desarrollen a una mayor plenitud.

No es posible considerar, por ejemplo, que sólo por la oralización se logrará una mayor aplicación de la justicia. El desarrollo de la lengua pasa de lo oral a lo escrito. En la actual dinámica del ejercicio de la abogacía, se hace prioritario encontrar el mejor camino de lo escrito para la oralización de los procesos en la consolidación de los juicios orales en todas las materias. Una de las realidades es que son pocos quienes realmente han sido sometidos en este nuevo enfoque formativo.

No es cuestión de aprovechar la tecnología para llenar formularios de forma automatizada, el copiar o pegar que hasta autoridades hacen de los “machotes” para aplicarse en un proceso legal. Se necesita entender, comprender, analizar y aplicar el proceso de comunicación jurídico, con las habilidades de interpretación legal, la actitud crítica y metacognitiva del abogado sobre su propio proceso de conocimientos y desarrollo de habilidades procesales y comunicativas. Esas deben ser las características en la formación de los futuros abogados del siglo XXI.

AL CALCE. Uno de los problemas es la certificación de habilidades orales que se convierte en un requisito para desempeñarse en un tribunal oral. Inclusive para los recién egresados. ¿No se supone que si se tiene un título y la cédula profesional que lo acredita ante la autoridad ya nos hace aptos para ejercer la carrera?


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