crisispanDespués del proceso electoral de 2012 el Partido de Acción Nacional perdió lo que tenía: la presidencia y el control del Senado. Era entonces necesario nuevamente abrirse paso en la negociación para recuperar el espacio y la maniobra política perdidos. Es claro que su participación en el Pacto por México, proyecto de suma de esfuerzos de la Presidencia de Enrique Peña Nieto, era fundamental para recuperarse.

Así lo entendió Gustavo Madero y muchos de los panistas que son conscientes de que en la democracia no hay regímenes eternos. Lo que hoy los partidos hagan o dejen de hacer para los efectos de los próximos procesos electorales será crucial para ser una opción real y competitiva. Gracias al PAN se abrió la posibilidad de la alternancia en el poder, un elemento esencial para ser considerados un país democrático.

Pero también hay que precisar que no toda la democracia es el PAN, como tampoco, toda la pureza, honestidad y transparencia es su característica principal. Tenemos el caso de César Nava que después de la publicación de los negocios turbios en PEMEX terminará en un rincón que no le alcanza para quedar en el olvido, ya que los procesos aún pendientes y que debe aclarar ante la justicia por los malos manejos de fondos económicos de la paraestatal aún le alcanzan.

Recuerdo que en un pasado no muy lejano, cuando la conciencia crítica sobre los gobiernos del PAN en los tres niveles de gobierno nos hacía cuestionar el incumplimiento, falta de transparencia, legalidad y honestidad, no faltó una panista que me dijera: “los trapitos sucios se lavan en casa”. Hoy vuelve esa frase a resurgir en el conflicto en la Cámara de Senadores con respecto a la remoción del coordinador de senadores determinada por el presidente del partido.

Es de todos sabido que Ernesto Cordero es parte del grupo de Felipe Calderón, el ex presidente que pone al actual senador como el alfil para sucederlo. Derrotado por Josefina Vázquez que no pudo refrendar una tercera presidencia para acción nacional, el ex presidente Felipe Calderón parece que no desea cumplir con la premisa de todo ex mandatario de autoexiliarse políticamente y quiere seguir moviendo los hilos con miembros de su grupo político, como Ernesto Cordero y Javier Lozano.

De ahí surge la desconfianza de Gustavo Madero que sabe que no hay otro camino para la supervivencia política que ser actor importante en los procesos que definen las políticas nacionales, más allá de los intereses partidistas o grupos tribales internos. Es claro que la ciudadanía le quito la confianza al PAN y le otorgo un voto al regreso al PRI a Los Pinos. En un paso consecuente después de la alternancia es no dejar pasar las oportunidades y el oficio de negociación política con quien ejerce el poder.

Caso especial el de Mérida con el caso de las luminarias que hoy defiende Renán Barrera, el presidente municipal panista, que por más que se ha criticado el incumplimiento de las normas constitucionales y leyes estatales en cuanto a la adquisición de bienes y obra pública por vía de licitación pública, se ha entrampado en continuar con la posición de la adjudicación directa. ¿De qué ha servido entonces ganar tantas batallas a favor de la transparencia, la rendición de cuentas y la condena a los negocios en “oscurito” que enarbolo Acción Nacional?

Es claro que si las lamparas del alumbrado público no sirven, la obligación de propiciar dicho servicio público es del Ayuntamiento de la Ciudad. Si por ello se requiere de nuevamente comprar luminarias, que se compren, pero respetando la ley, que se cumpla con el proceso de licitación pública.

Hoy Renán Barrera se ahoga en sus propias palabras, en lo que siempre ha denunciado. Lo dicho se le cae encima en la incapacidad que tiene de justificar su acción dentro del marco legal normativo vigente.

Como vemos el PAN vive momentos de crisis, por choque de grupos internos que no se acomodan al nuevo escenario que nos plantea el gobierno, por la pobre identificación de militantes y simpatizantes propiciada por la derrota electoral, como también, de incongruencias con los principios políticos y valores democráticos que una vez enarbolo y que hoy no son parámetros para conducir las decisiones y acciones de gobierno.


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